Página 33 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La segunda venida de Cristo
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Así como Jesús resucitó de los muertos, han de resucitar los que
duermen en él. Conoceremos a nuestros amigos como los discípulos
conocieron a Jesús. Pueden haber estado deformados, enfermos o
desfigurados en esta vida mortal, y levantarse con perfecta salud
y simetría; sin embargo, en el cuerpo glorificado su identidad será
perfectamente conservada. Entonces conoceremos así como somos
conocidos. En la luz radiante que resplandecerá del rostro de Je-
sús, reconoceremos los rasgos de aquellos a quienes amamos.—
El
Deseado de Todas las Gentes, 744
.
Nos reconoceremos el uno al otro
—El mayor don de Dios es
Cristo, cuya vida es nuestra, pues fue dada por nosotros. Él murió
por nosotros y fue resucitado por nosotros, para que nosotros nos
levantemos de la tumba para estar en la gloriosa compañía de los
ángeles del cielo, para encontrarnos con nuestros amados y para
reconocer sus rostros, porque la semejanza a Cristo no destruye la
propia imagen de los redimidos, sino que la transforma a la gloriosa
imagen del Salvador. Cada santo que tenga aquí relaciones de familia
reconocerá a cada uno allá.—
Mensajes Selectos 3:361
.
La personalidad preservada en un nuevo cuerpo
—Nuestra
identidad personal quedará conservada en la resurrección, aunque
no sean las mismas partículas de materia ni la misma sustancia
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material que fue a la tumba. Las maravillosas obras de Dios son un
misterio para el hombre. El espíritu, el carácter del hombre, vuelve
a Dios, para ser preservado allí. En la resurrección cada hombre
tendrá su propio carácter. A su debido tiempo Dios llamará a los
muertos dándoles de nuevo el aliento de vida y ordenando a los
huesos secos que vivan. Saldrá la misma forma, pero estará liberada
de enfermedades y de todo defecto. Vive otra vez con los mismos
rasgos individuales, de modo que el amigo reconocerá al amigo. No
hay una ley de Dios en la naturaleza que muestre que Dios devolverá
las mismas idénticas partículas de materia que componían el cuerpo
antes de la muerte. Dios dará a los justos muertos un cuerpo que
será del agrado de él.
Pablo ilustra este tema con la semilla de cereal que se siembra
en el campo. La semilla plantada se destruye, pero surge una nueva
semilla. La sustancia natural del grano que se destruye nunca surge
como antes, pero Dios le da un cuerpo como a él le place. Un
material mucho mejor compondrá el cuerpo humano, pues es una