Página 34 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
nueva creación, un nuevo nacimiento. Se siembra un cuerpo natural,
se levanta un cuerpo espiritual.—
Comentario Bíblico Adventista
6:1092, 1093
.
Una tierna relación entre Dios y los santos resucitados
Cristo declaró a sus oyentes que si no hubiese resurrección de los
muertos, las Escrituras que profesaban creer no tendrían utilidad.
Él dijo: “Y de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo
que os es dicho por Dios, que dice: Yo soy el Dios de Abraham, y
el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?” Dios no es Dios de muertos,
sino de vivos. Dios cuenta las cosas que no son como si fuesen.
Él ve el fin desde el principio, y contempla el resultado de su obra
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como si estuviese ya terminada. Los preciosos muertos, desde Adán
hasta el último santo que muera, oirán la voz del Hijo de Dios, y
saldrán del sepulcro para tener vida inmortal. Dios será su Dios,
y ellos serán su pueblo. Habrá una relación íntima y tierna entre
Dios y los santos resucitados. Esta condición, que se anticipa en su
propósito, es contemplada por él como si ya existiese. Para él los
muertos viven.—
El Deseado de Todas las Gentes, 558
.
Resucitados en unidad con Cristo
—[Los cristia nos] pueden
morir; pero la vida de Cristo está en ellos... Llegamos a ser partici-
pantes de la vida de Cristo, que es eterna. Obtenemos la inmortalidad
de Dios al recibir la vida de Cristo, por cuanto en Cristo mora la
plenitud de la divinidad corporalmente... En virtud de esta unión
hemos de salir de la tumba, no simplemente como manifestación
del poder de Cristo, sino porque, por la fe, su vida ha llegado a ser
nuestra.—
Maranata: El Senor Viene, 300
.
Despertados para no morir más
—Nos rodean los ángeles mi-
nistradores para darnos a beber del agua de vida a fin de refrescar
nuestras almas en los momentos finales de la vida. Aquel que es
la resurrección y la vida ha prometido que levantará del sepulcro y
llevará con él a los que duerman en Jesús. La trompeta resonará, y
los muertos despertarán a la vida, para no volver a morir. La mañana
eterna ha llegado hasta ellos, porque en la ciudad de Dios no habrá
más noche.—
Mensajes Selectos 2:286, 287
.
El último toque de inmortalidad
—Tenemos un Salvador resu-
citado viviente. Rompió las cadenas de la tumba después que había
yacido allí tres días, y en triunfo proclamó sobre el agrietado sepul-
cro de José: “Yo soy la resurrección y la vida”. Y él viene. ¿Nos