Página 35 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La segunda venida de Cristo
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estamos preparando para él? ¿Estamos listos de modo que si ca yé-
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ramos dormidos podríamos hacerlo con la esperanza en Jesucristo?
¿Estáis trabajando ahora por la salvación de vuestros hermanos y
vuestras hermanas? El Dador de la vida vendrá pronto. El Dador de
la vida viene para romper las cadenas de la tumba. Hará salir a los
cautivos y proclamará: “Yo soy la resurrección y la vida”. Allí está
la hueste resucitada. El último pensamiento fue de la muerte y sus
angustias. Los últimos pensamientos que tuvieron fueron del sepul-
cro y de la tumba; pero ahora proclaman: “¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” Las angustias de la
muerte fue lo último que experimentaron: “¿Dónde está, oh muerte,
tu aguijón?” La última cosa que reconocieron fueron las angustias
de la muerte. Cuando despierten todo el dolor habrá desaparecido...
Aquí están; el último toque de inmortalidad les ha sido dado, y
ascienden para encontrarse con su Señor en el aire. Los portales de
la ciudad de Dios giran sobre sus goznes, y entran las naciones que
han guardado la verdad. Las columnas de ángeles están a cada lado,
y los redimidos de Dios entran en medio de querubines y sera fines.
Cristo les da la bienvenida y pronuncia sobre ellos su bendición.
“Bien, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor”. ¿Cuál es
ese gozo? Ve el fruto de la aflicción de su alma, y queda satisfecho.
Esto es por lo que trabajamos: aquí hay uno por quien rogamos
a Dios durante la noche; allí hay otro con quien hablamos en su
lecho de muerte y entregó su alma desva lida a Jesús; aquí está uno
que era un desventurado ebrio. Tratamos que sus ojos se fijaran en
Aquel que es poderoso para salvar, y le dijimos que Cristo podía
darle la victo ria. Hay coronas de gloria inmortal sobre sus cabezas,
y entonces los redimidos echan sus relucientes coronas a los pies de
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Jesús. El coro angelical hace resonar la nota de victoria y los ángeles
de las dos columnas entonan el canto, y la hueste de los redimidos
se une a él como si hubieran cantado el himno en la tierra, y así fue.
¡Oh, qué música! No hay una sola nota discordante. Cada voz
proclama: “El Cordero que fue inmolado es digno”. Él ve la aflic-
ción de su alma, y queda satisfecho. ¿Creéis que alguno empleará
allí tiempo para contar sus pruebas y terribles dificultades?“De lo
primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. “Enju-
gará Dios toda lágrima de los ojos de ellos”.—
Comentario Bíblico
Adventista 6:1093
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