Página 85 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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Algunos que no estarán allí
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Vi a un ángel de pie con balanzas en la mano, pesando los
pensamientos y el interés del pueblo de Dios, especialmente de los
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jóvenes. En un platillo estaban los pensamientos e intereses que
tendían hacia el cielo; en el otro se hallaban los pensamientos e
intereses terrenales. Y en este platillo se arrojaba toda la lectura de
novelas, pensamientos dedicados a los vestidos, la ostentación, la
vanidad y el orgullo, etc. ¡Oh, cuán solemne momento! Los ángeles
de Dios están de pie con balanzas pesando los pensamientos de
los que profesan ser hijos de Dios, de aquellos que aseveran haber
muerto al mundo y estar vivos para Dios. El platillo lleno de los
pensamientos referentes a la tierra, la vanidad y el orgullo, bajaba
rápidamente a pesar de que se sacaba pesa tras pesa de la balanza.
El que contenía los pensamientos e intereses referentes al cielo,
subía mientras que el otro bajaba. ¡Qué liviano era! Puedo relatar
esto como lo vi, pero nunca puedo producir la solemne y vívida
impresión que se grabó en mi mente, al ver al ángel que tenía la
balanza que pesaba los pensamientos e intereses del pueblo de Dios.
Dijo el ángel: “¿Pueden los tales entrar en el cielo? No, no, nunca.
Diles que la esperanza que ahora poseen es vana, y que a menos que
se arrepientan prestamente, y obtengan la salvación, perecerán”.—
Testimonios Selectos 3:19
.
Aquellos que consienten y fomentan el pecado
—Por causa
del pecado, Satanás fue arrojado del cielo; y ningún hombre que
consienta o fomente el pecado puede ir al cielo, porque entonces Sa-
tanás tendría nuevamente asidero allí.—
Testimonies for the Church
4:346
.
El cielo sería una tortura para los rebeldes
—¿Acaso podrían
aquellos que han pasado su vida en rebelión contra Dios ser trans-
portados de pronto al cielo y contemplar el alto y santo estado de
perfección que allí se ve, donde toda alma rebosa de amor, todo
semblante irradia alegría, la música arrobadora se eleva en acordes
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melodiosos en honor a Dios y al Cordero, y brotan raudales de luz
del rostro de Aquel que está sentado en el trono e inundan a los
redimidos? ¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de
odio hacia Dios y a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos
celestiales y unirse a sus cantos de alabanza? ¿Podrían soportar la
gloria de Dios y del Cordero?—No, no; años de prueba les fueron
concedidos para que pudiesen formar caracteres para el cielo; pero