Página 91 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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Capítulo 14—El fin de la maldad
Jesús y la santa ciudad descienden a la tierra
—Al fin de
los mil años, Jesús, el rey de gloria, desciende de la santa ciudad,
vestido con el fulgor de un relámpago, y se posa sobre el monte
da las Olivas—el mismo monte de donde ascendió después de su
resurrección—. Tan pronto como él posó los pies en ella, se partió
convirtiéndose en una dilatada llanura, y es preparada para la recep-
ción de la santa ciudad en la cual está el paraíso de Dios, el Jardín
del Edén, que fue trasladado al cielo después de la transgresión del
hombre. Ahora desciende con la santa ciudad, más hermoso y glorio-
samente adornado que cuando fue removido de la tierra. La ciudad
de Dios desciende y se asienta sobre la poderosa llanura preparada
para este propósito.—
Spiritual Gifts 3:83, 84
.
Cuando terminó el juicio de los impíos muertos, al final del mile-
nio, Jesús salió de la ciudad seguido por los santos y una comitiva de
ángeles. Descendió sobre una gran montaña que, tan pronto como él
posó los pies en ella, se partió convirtiéndose en una dilatada llanura.
Entonces alzamos los ojos y vimos la grande y hermosa ciudad con
doce cimientos y doce puertas, tres en cada lado, y un ángel en cada
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una. Exclamamos: “¡La ciudad! ¡La gran ciudad! Está descendiendo
del cielo, de Dios”. Y bajó con todo su esplendor y deslumbrante
gloria, y se asentó en la vasta llanura que Jesús había preparado para
ella.—
Spiritual Gifts 1:213
.
Las marcas de la maldición del pecado son visibles en los
impíos resucitados
—Con terrible y pavorosa majestad, el Señor
llamó a los impíos muertos. Son despertados de su largo sueño.
¡Qué terrible despertar! Contemplan al Hijo de Dios en su severa
majestad y radiante gloria. Todos, tan pronto como lo contemplan,
reconocen que es el crucificado que murió para salvarlos, a quien
despreciaron y rechazaron. Son como la arena del mar. En la primera
resurrección todos surgieron revestidos de inmortal lozanía, pero en
la segunda se veíán en todos los estigmas de la maldición.—
Spiritual
Gifts 1:214
.
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