El fin de la maldad
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sino también por todos los pecados que hizo cometer al pueblo de
Dios. Su castigo debe ser mucho mayor que el de aquellos a quienes
engañó. Después de haber perecido todos los que cayeron por sus
seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo y sufriendo. En
las llamas purificadoras, quedan por fin destruidos los impíos, raíz
y rama—Satanás la raíz, sus secuaces las ramas—. La penalidad
completa de la ley ha sido aplicada; las exigencias de la justicia han
sido satisfechas; y el cielo y la tierra al contemplarlo, proclaman la
justicia de Jehová.
La obra de destrucción de Satanás ha terminado para siempre.
Durante seis mil años obró a su gusto, llenando la tierra de dolor
y causando penas por todo el universo. Toda la creación gimió y
sufrió en angustia. Ahora las criaturas de Dios han sido libradas para
siempre de su presencia y de sus tentaciones. “¡Ya descansa y está en
quietud toda la tierra; prorrumpen los hombres [justos] en cánticos!”
Isaías 14:7 (VM)
. Y un grito de adoración y triunfo sube de entre
todo el universo leal. Se oye “como si fuese el estruendo de una gran
multitud, y como si fuese el estruendo de muchas aguas, y como
si fuese el estruendo de poderosos truenos, que decían: ¡Aleluya;
porque reina el Señor Dios, el Todopoderoso!”
Apocalipsis 19:6
(VM)
.—
El Conflicto de los Siglos, 731, 732
.
Por misericordia
—Por misericordia para con el universo des-
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truirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Romanos 6:23
. Mientras
la vida es la heredad de los justos, la muerte es la porción de los
impíos. Moisés declaró a Israel: “Mira, yo he puesto delante de ti
hoy la vida y el bien, la muerte y el mal”.
Deuteronomio 30:15
. La
muerte de la cual se habla en este pasaje no es aquella a la que fue
condenado Adán, pues toda la humanidad sufre la penalidad de su
transgresión. Es “la muerte segunda”, puesta en contraste con la vida
eterna.
Así se pondrá fin al pecado y a toda la desolación y las ruinas
que de él procedieron. El salmista dice: “Reprendiste gentes, des-
truiste al malo, raíste el nombre de ellos para siempre jamás. Oh
enemigo, acabados son para siempre los asolamientos”.
Salmos 9:5,
6
. San Juan, al echar una mirada hacia la eternidad, oyó una antífona
universal de alabanzas que no era interrumpida por ninguna diso-