Prefacio
No fue la intención de los compiladores que este libro tuviera
una circulación general, sino que fuera de beneficio para los admi-
nistradores y ministros que tienen que ver con manifestaciones de
conducta cuestionables e inmorales.
Muchas de las cartas que se presentan en este volumen fueron
dirigidas a ministros que cometieron errores. Dado que Elena de
White sostuvo una profusa correspondencia con ministros y otros
obreros evangélicos, esto no debería ser una sorpresa. No obstante,
a pesar de las faltas y pecados de aquellos a quienes escribió, Elena
de White mantuvo siempre una gran confianza en el ministerio de
la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A la edad de 85 años envió
dos mensajes para que fueran leídos en ocasión del congreso de la
Asociación General celebrado en 1913. En el primero aseguró a los
delegados presentes:
“Si bien es cierto que aún experimento una ansiedad muy intensa
debido a la actitud que algunos están adoptando respecto de medidas
importantes relacionadas con el desarrollo de la causa de Dios en el
mundo, tengo una poderosa fe en los obreros de todo el campo, y creo
que al reunirse y al humillarse delante del Señor, y reconsagrarse a
su servicio, serán capacitados para hacer su voluntad”.—
Mensajes
Selectos 2:464
.
En el segundo y último mensaje, Elena de White declaró:
[10]
“Cuando no puedo conciliar el sueño, elevo mi corazón en ora-
ción a Dios, y él me fortalece y me da la seguridad de que permanece
con sus siervos ministradores aquí en este país [EE.UU.] y en los
países distantes. Me siento animada y bendecida al comprender que
el Dios de Israel sigue conduciendo a su pueblo y que continuará
con él hasta el fin”.—
Mensajes Selectos 2:470
.
Estas expresiones de confianza revelan que los problemas mora-
les tratados en las cartas y referidos en este libro no eran generales o
comunes. No obstante, siendo los problemas morales que ocurren en
nuestro tiempo similares a los de décadas anteriores, creemos que
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