102
Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
ser halladas en el estado matrimonial tanto como fuera de él.—
The
Review and Herald, 19 de septiembre de 1899
.
Dignidad y respeto que merece la esposa
—Muchos profesos
cristianos que he conocido parecen destituidos del control moral.
Poseían una naturaleza más animal que divina. En realidad, poseían
una naturaleza casi totalmente animal. Hombres de este tipo de-
gradan a sus esposas, a quienes prometieron alimentar y cuidar. La
esposa se transforma en un instrumento para la gratificación de las
pasiones bajas y lujuriosas. Y muchas mujeres se someten y llegan a
ser esclavas de las pasiones concupiscentes; no mantienen sus cuer-
pos en santificación y honor. La esposa deja de retener la dignidad y
el respeto propio que poseía antes de casarse.
[128]
Esta institución sagrada debería preservar y acrecentar el respe-
to y la dignidad femeninas. Pero la femineidad casta, dignificada y
deiforme de la mujer ha sido consumida en el altar de las bajas pasio-
nes; ha sido sacrificada para complacer al marido. Pronto perderá el
respeto por el esposo, quien ni siquiera toma en cuenta las leyes a las
cuales rinde obediencia la creación bruta. La vida matrimonial llega
a ser un yugo irritante, pues el amor se desvanece y frecuentemente
toman su lugar la desconfianza, los celos y el odio.
Desconfianza entre esposos
—Ningún hombre puede amar ver-
daderamente a su esposa cuando ésta se somete, pacientemente y
como una esclava, proporcionándole todo lo que requieran sus pa-
siones depravadas. En esa sumisión pasiva, ella pierde el valor que
poseía una vez ante sí misma. El esposo la ve como arrastrada a un
bajo nivel, alejada de todo lo que podría ser elevado; y pronto sos-
pecha que ella puede ser sometida dócilmente y degradada por otro
hombre de la misma manera como lo hizo él. Entonces comienza a
dudar de su fidelidad y pureza; se cansa de ella y termina buscando
otros objetos que eleven la intensidad de sus pasiones infernales. La
Ley de Dios deja de ser objeto de consideración...
La esposa, por su lado, se pone celosa y sospecha que, de pre-
sentarse la oportunidad, su esposo se dirigirá a otra mujer de la
misma manera como lo hace hacia ella. Percibe que él no está bajo
el control de una conciencia temerosa de Dios; todas las barreras
santificadas son derribadas por sus pasiones lujuriosas; todo lo que
tiene de semejante a Dios se torna en servidumbre de las pasiones
bajas y embrutecidas...