Página 120 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
las prácticas lujuriosas y concupiscentes. Considere cómo puede Ud.
deshonrar y degradar la verdad. Dios detesta tales pecados. ¿Cómo
puede Ud. hacer estas cosas y al mismo tiempo predicar la Palabra a
los pecadores, siendo Ud. mismo un pecador?
Sé muy bien cómo considera Dios esos pecados. Ud. es un
hombre casado, un ministro del evangelio que conduce a los corderos
del rebaño a prácticas sodomitas. Por el amor de Cristo, no ponga en
práctica otra vez esa obra impía destruyendo así su propia alma y las
de otros. Está bien que no se le haya permitido continuar con esta
práctica horrible y corrupta. No es un pecado liviano. No se puede
medir el efecto sobre la mente de quien se sometió a sus manoseos.
Los seres humanos son propiedad del Señor, y llevar a cabo cualquier
acto que los corrompa es un insulto terrible a Jesucristo, quien dio
su vida por esas preciosas almas con el fin de que no perezcan en
sus pecados, sino que tengan vida eterna; y tales acciones pueden
arruinar las almas por las cuales Cristo murió. ¿Continuará Ud. con
esa obra de arruinar las almas?
Contemplando a Jesús, el autor y consumador de su fe, Ud. podrá
lograr valor en el Señor. Sabemos que el fin de todas las cosas
está próximo. Vengo a Ud. como médica de almas; le digo que
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no es posible que actúe como ministro. ¿Qué está Ud. haciendo?
Conduciendo a mujeres jóvenes al árbol del conocimiento de las
malas prácticas y enseñándoles a arrancar la fruta que es, toda ella,
mala. Esto es llevar a cabo la obra de Satanás en la forma más eficaz.
Es envenenar las mentes y llenarlas de fantasías de una imaginación
no santificada.
Estos son los mismos pecados que corrompieron a Sodoma.
Sus malas acciones no se manifestaron súbitamente. Un hombre y
una mujer comenzaron a entorpecerse con hábitos no santificados
y corruptos. Luego, a medida que la gente iba estableciéndose en
Sodoma, ambos hicieron lo que Ud. ha estado haciendo: enseñar
a otros esos hábitos prohibidos por Dios. Y así, a medida que se
multiplicaba la población, aquellos ministros de pecado continuaron
educándolos en sus propias prácticas contaminadoras hasta que, si
alguna persona entraba en contacto con ellos, su primer pensamiento
era el de instruirlos en su obra inicua, hasta que Sodoma llegó a ser
renombrada por su corrupción. Sus pecados alcanzaron el cielo, y el
Señor no los soportó más. Los destruyó junto con todo lo hermoso