Capítulo 21—A un empleado de hospital
Atención imprudente y frívola a mujeres
—Los ángeles de
Dios observan el desarrollo del carácter. Angeles del Señor pesan
el carácter. Si Ud. confiere sus atenciones a quienes no las necesi-
tan, dañará a quienes las reciban, y al fin recibirá condenación en
vez de recompensa. Recuerde que, por su conversación frívola, Ud.
desciende al nivel de los caracteres livianos, y anima a quienes parti-
cipan de ella a transitar en las sendas de la perdición. Sus atenciones
imprudentes pueden llegar a ser la ruina de sus almas. Y por ellas,
degrada la concepción que las personas pueden formarse de lo que
constituye la vida y el carácter cristianos. Les produce una confusión
de ideas que nunca podrá ser borrada.
El mal que así puede producirse en las personas que necesitan
ser fortalecidas, refinadas y ennoblecidas es, a menudo, pecado para
muerte. Esas personas no pueden asociar tales hombres con las
posiciones sagradas que ocupan. Los ministros y los oficiales de
la iglesia llegan a ser considerados como si no fueran mejores que
ellos. Entonces, ¿dónde está el ejemplo que deberían dar?
La norma pura de Dios
—Dios requiere de todos los que decla-
ren ser cristianos, que eleven la norma de justicia y se purifiquen así
como Cristo es puro...
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La pregunta es: ¿Seremos, realmente, cristianos bíblicos? ¿Des-
atenderemos la más clara instrucción que nos da la Palabra de vida,
y erigiremos una norma falsa por la cual mediremos nuestros ca-
racteres? ¿Es, acaso, esa manera digna de confianza para que la
practiquemos? Cuando nos rendimos a las tentaciones del enemigo,
y hacemos justamente lo opuesto de lo que Dios nos ha instruido
a hacer, y luego presentamos excusas con el argumento de que no
hemos tenido intenciones de hacer mal alguno, que no hemos cau-
sado daño moral alguno, ¿cuál puede ser, entonces, nuestra norma
de piedad y santidad? Cristo nos ha dado indicaciones para que
distingamos el carácter cristiano; nadie necesita ser engañado por
las pretenciosas demandas de los hipócritas.
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