Capítulo 28—A un ministro influyente
Un ministro en camino descendente
—Pastor T, mi hermano
y compañero de labor: Durante dos noches no he podido dormir
muchas horas. A eso de las 2:00 ya estaba despierta, bajo el peso de
una gran carga, y luego de dedicarme a la oración por algún tiempo,
me puse a escribir.
Me fueron presentados su caso y el de muchos otros. Hace varios
años que se me mostró que Ud. corre un gran peligro a causa de sus
atenciones a otras mujeres aparte de su esposa. Ud. ha consentido
sus propias inclinaciones en esa dirección, y aparece como culpable
delante de Dios. La raíz de todo el problema reside en los pensamien-
tos impúdicos que Ud. tiene, que conducen a atenciones y avances, y
luego a acciones inconvenientes. Todo ello es suficientemente malo
en hombres que se ocupan únicamente de las cosas comunes, pero
es cien veces peor en quienes han aceptado un cometido sagrado.
En su misma presencia he hablado particularmente acerca de
la importancia de abstenernos aun de la apariencia de mal. Ud.
escuchó lo que presenté acerca de las tentaciones especiales del
enemigo, pensando en despertar sus sentidos para que pusiera en
su alma barricadas contra las tentaciones del enemigo. He escrito
especialmente acerca de los peligros que corren los hombres jóvenes
y los casados que demuestran especial atención a mujeres jóvenes y
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a las esposas de otros hombres. Cuando surcaba el océano rumbo a
Europa, fui poderosamente impelida a redactar algunas advertencias
específicas. Esto lo hice en su beneficio y el de otros. Tenía que
ayudarlo a detener su curso descendente para que, con la fortaleza
del Dios de Israel se sobrepusiera y fuera un hombre.
Pensamientos sensuales impiden el crecimiento espiritual
—
Me fue mostrado que, debido a las tentaciones, Ud. no puede levantar
en alto manos limpias sin ira ni dudas. Sus pensamientos y acciones
mundanos y sensuales mutilaron sus realizaciones e impidieron su
crecimiento espiritual. Ud. está muy lejos de ser el hombre que
Dios quiere que sea, porque sus pensamientos no son puros, sino
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