Página 187 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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A un ministro influyente
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Dios obra de manera maravillosa con su pueblo; los pecadores se
convertirán, y los apóstatas serán reclamados.
Necesidad de purificación de la contaminación moral
—Dejo
todo esto con Ud. He estado esperando que la gran luz de la Palabra
de Dios sea aceptada y llevada a la vida religiosa, y que Ud. llegue a
ser un cristiano verdadero, sincero, que ejecute de corazón la volun-
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tad de Dios. He sido impelida por el Espíritu de Dios a escribirle. La
obra debe avanzar. Todo lo que es impuro tiene que tornarse puro y
santo, de lo contrario debe ser arrojado de nosotros, porque todo lo
que es terreno, sensual, diabólico, es una piedra de tropiezo para los
demás y una maldición para la causa de Dios.
Cuanto antes sean nuestras filas purgadas de esta clase de perso-
nas, tanto más seguramente veremos la salvación de nuestro Dios y
el poder de la verdad en nuestro medio. Es porque estamos amarra-
dos a quienes no participan de la naturaleza divina, ni han podido
escapar a la corrupción que produce en el mundo la concupiscencia,
que tenemos tanta debilidad y flaqueza en nuestro medio. Debemos
levantarnos. Tenemos que limpiar el campamento de Israel de su
contaminación moral.—
Carta 5, 1886
.
No siempre es necesaria una exposición pública
—A menos
que sea necesario, no quisiera que se haga público el caso de T.
Tengo una respuesta de él en la cual reconoce el testimonio recibido,
pero no quisiera, por amor a su esposa y a sus hijos, dar publicidad a
su caso. Sinceramente, le tengo lástima al hombre, y si pudiera hacer
cualquier cosa para que ambos hombres fueran recuperados de las
trampas de Satanás, lo haría. T ha tomado una posición mucho mejor
que Canright. Aunque ambos han lanzado falsedades en contra de
mí y del pueblo, no estoy amargada por ello ni quisiera perjudicarlos,
pues tengo en mente la idea de que hay un juicio ante el cual toda
obra humana habrá de pasar por una revisión delante de Dios, y que
cada hombre recibirá del gran Juez la recompensa de acuerdo con
sus obras.—
Carta 59, 1889
.
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