A cuatro ministros profanos
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sin dejar escaras deformes. Ud. ha realizado una obra para alejarlos
en vez de resolver las dificultades. Así, la paz mental, la armonía y la
utilidad de hombres y de mujeres han sido destruidas, y la semillas
de las prácticas licenciosas que Ud. ha sembrado han producido una
amarga, muy amarga cosecha. Los que yerran los caminos de Dios
en este sentido son muchos, pero pocos son los que retornan.
Lo sagrado entretejido con lo impuro
—La coquetería y la
disposición conformista de las mujeres a los avances y familiaridades
de los hombres (especialmente casados), las conduce a ser fácilmente
entrampadas. El hombre, que debería vigilar las almas para que
sean salvas, las vigila buscando oportunidades y ocasiones para
arruinarlas. Muchas mujeres que tienen poco firmes sus principios
entran en contacto con los hombres que predican la verdad; y algunas
de ellas educan y refinan la iniquidad ante ellos, revistiéndola de
ropaje angélico, y como sus propios corazones no están guarnecidos
por principios fijos y firmes, la ruina sobreviene con rapidez.
Lo sagrado es rebajado y entretejido de tal manera con prácticas
licenciosas, impuras y no santificadas, que la víctima se confunde y
el templo del alma se transforma en un sumidero de iniquidad. Al
principio, el confiado solamente escucha; luego recibe sugerencias
acerca de las libertades que prefiere; entonces, “como va el buey
al degolladero, y como el necio a las prisiones” (
Proverbios 7:22
),
sigue las pisadas del tentador y se entrega plenamente a medida que
es dirigido por él.—
Carta 82, 1886
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