Página 199 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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A dos asistentes de Elena G. de White
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decisión no fueron requeridos. Si hubiera sido consultada, me habría
ahorrado mucho del dolor que sentí después.
Cuando le hablé acerca de la libertad que Ud. se tomaba con
mujeres jóvenes, y le dije que no podría tenerlo con mi familia
mientras estuviera en Tasmania, Ud. dijo que siempre había sido una
persona sociable con las jóvenes, y nunca pensó que hubiera algo
malo en ello. Le respondía que sabía que estaba mal esa libertad,
y que no me sentía justificada si lo dejaba con mi familia mientras
estuviera ausente.
Cuando le dije que no podría permanecer con mi familia, Ud. dijo
que, una vez arregladas sus cuentas (lo que le tomaría una semana),
se iría. Pero el asunto se prolongó, o fue objeto de negligencia, hasta
cerca de dos semanas antes de nuestro regreso de Tasmania; luego,
en julio, nos fuimos a Cooranbong.
Este asunto no puede seguir así. No quiero que se piense mal por
alejarlo de su casa y de su familia. Pienso que, por cierto, fue un error
haberlo traído a casa. Lo hice para ayudarlo, pero no quisiera que
otros entendiesen que lo consideramos un hombre digno de unirse a
la sagrada tarea que el Señor me ha encomendado. No quisiera que
este asunto se entendiera así, pues ello me coloca en una posición
desfavorable.
No puedo aparecer como justificando su conducta en relación
con su vida matrimonial. El abandonar a su esposa y su familia
es una ofensa a Dios, y debo presentar el asunto como es ante el
presidente de la asociación, el pastor Williams. Yo esperaba que,
cuando Ud. se diera cuenta de su engaño, se arrepentiría de su
conducta con el arrepentimiento del cual no hay que arrepentirse.
Pero la experiencia en Armadale y la carga que tuve que llevar,
hizo que sufriera mucho, y me fueran revelados más plenamente
asuntos relacionados con su vida pasada... Ud. pensó que podría
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recibir credenciales de ministro del evangelio pero, si se las hubieran
extendido, habrían traído reproche sobre la causa de Dios. Ud. se
presenta como alguien que ha cometido errores, pero su esposa es la
que cometió los mayores errores. No obstante, ella nunca debería
haber sido tratada como Ud. la ha tratado. Ud. procedió de tal manera
con sus pequeños, que a su esposa no le podía sino causar extrañeza.
El corazón de ella fue herido, magullado, y quedó prácticamente