Página 201 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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A dos asistentes de Elena G. de White
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cómo su esposa, en contacto con tal temperamento y disposición,
podría haber sido atraída a la verdad. Ella se le ha opuesto y le ha
hecho difíciles las cosas, pero nunca tanto como él por su manera
de conducirse. Por su parte, él no ha sufrido pacientemente la oposi-
ción como debería sufrirla un cristiano. Hizo mal al abandonar a su
esposa e hijos. Hace algunos meses llegué a saber que no ha hecho
nada para mantenerlos.
Conforme me fueron presentadas las cosas, ha sido un asunto
muy serio permitir que sus afectos se centraran en otra mujer, cuando
su esposa aún vive, y él prometió amarla y protegerla mientras
ambos vivieran. La razón por la que abandonó a su familia durante
tanto tiempo es un misterio para todos nosotros aquí, hasta que,
recientemente, recibí iluminación divina.
El puede parecer muy atractivo, y ganar la confianza y el favor de
las muchachas, pero cuando lo contrarían, revela un temperamento
y una disposición que, a menos que cambie, ninguna mujer creyente
o no creyente podría vivir pacíficamente con él. Se comporta de tal
manera que haría miserable a cualquier mujer. Es intemperante en
el comer, y ésta es la razón por la cual tiene tan poca paciencia.
Siento que ha llegado el tiempo cuando no puedo emplearlo más
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para llevar a cabo mis trabajos, el Señor me ha dado más advertencias
respecto de su conducta.
Si fuere necesario, podré enviarle más informaciones relaciona-
das con el asunto. Le ruego que me escriba, informándome acerca
de los hechos relacionados con la familia que está allí, tanto cuanto
Ud. sepa. Ayude a W. F. C., si le es posible, para poner las cosas en
orden y quitar el reproche que pesa sobre la causa de Dios. Aunque
su esposa se haya casado nuevamente, es posible que él aún pueda
hacer algo por los niños.—
Carta 104, 1896
, (12 de abril de 1896).
Carta a G. C. Tenney y su esposa
—El asunto entre Fannie Y
y el hermano W. F. C. comenzó en la reunión campestre realizada
en Melbourne [enero de 1894]. Entonces, ella se enamoró de un
hombre casado con dos hijos. Negó enfáticamente que existía afecto
entre ella y el hermano C. En mi presencia y en mi carpa afirmó
que no había nada de cierto en cuanto a lo que se decía. El año que
siguió a esto, no me sirvió para nada; era como un peso muerto,
pesado...