Página 217 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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William E (segunda parte)
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“Su esposa es una ruina nerviosa y su confianza en él ha sido tan
vacilante que, aunque a ella le gusta que predique, existe el peligro
constante de que, a medida que se haga popular y se mezcle con
la gente, ella se ponga celosa, haya razones o no, llegue a causar
un escándalo y cuente lo del pasado, cosa que se siente inclinada
a hacer cuando comienza a sospechar de él. Todos nos sentiríamos
muy aliviados si hubiese un consejo definido del Señor. Estoy seguro
de que todos aceptarían al hermano E y a su esposa.
“Personalmente, me siento muy apenado por ambos; sé que ellos
están tratando de vivir rectamente, y me gustaría poder animarlos en
todo lo que sea correcto. Su pasado ha estado tan lleno de altibajos,
que tememos aconsejarles que trabajen en el ministerio, aunque él lo
está haciendo y, aparentemente, el Señor bendice sus esfuerzos. ¿De-
beríamos aconsejarle que deje de predicar? ¿O la asociación debería
aceptar su trabajo y pagarle por él? Si trabaja, deberíamos pagarle
por lo que haga, ¿pero qué hacemos respecto a sus credenciales?
Sinceramente,
(firmado) C. F. McVagh
[259]
“Esto fue escrito por pedido de la Junta Directiva de la Asocia-
ción de Alabama”.
El 14 de septiembre el pastor White puso en mano de la señora
de White la carta que sigue, y el 15 de septiembre le comunicó al
pastor McVagh el consejo de su madre. La carta del pastor White
dice:
“Muy estimado hermano McVagh: Hace dos o tres semanas que
recibí su carta del 15 de agosto, relacionada con la perplejidad que
se levantó en relación con el caso de William E.
“Desde que regresamos del sur de California, mamá se ha sentido
débil y fatigada, y no le hablé de su carta hasta ayer. La leyó toda,
y cuando le vino a la memoria la triste experiencia por la cual pasó
el hermano E, se sintió muy apenada por él y los hermanos cuyos
corazones han sido entristecidos durante los últimos años por su
manera débil y negativa de conducirse.
“Mamá dice que quienes sufrieron las perplejidades de sus mu-
chas transgresiones del pasado, deberían asumir la responsabilidad
de aconsejarlo respecto de nuestro deber actual hacia él. Mamá no