Página 226 - Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio (1993)

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Testimonios Acerca de Conducta Sexual, Adulterio y Divorcio
Ese sueño inspiró la carta que W. C. White le escribió al hermano
H, preguntándole acerca de su venida a Europa, lo cual fue votado
hace un año por la asociación que Ud. dirige. Eso era lo que debía
hacer, pero Ud. cometió un error enviándolo a Oakland en vez de
Europa. El debería haber venido aquí de una vez.
Decisión en relación con los consejos
—No deberíamos esti-
mular nada más en su caso, pero sí hacer lo mejor dentro de nuestras
posibilidades para salvar su alma de la muerte y cubrir una multitud
de pecados. A veces me siento muy perpleja, y casi he llegado a
la conclusión de que, cuando me presenten casos de error o peca-
do grave no diré nada a mis hermanos administradores si ellos no
han llegado a saber del asunto, sino que trabajaré por el errante. Lo
animaré para que confíe en la misericordia de Dios y se aferre a
los méritos del Salvador crucificado y resucitado, para que mire al
Cordero de Dios en una actitud de arrepentimiento y contrición, y
para que viva con la fuerza que procede de él. “Venid luego, dice
Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana”.
Isaías 1:18
.
No existe una combinación de elementos de carácter que pueda
conducir a la misericordia, al amor de Dios y a una preciosa armonía.
Hay demasiada conversación, demasiadas palabras fuertes y dema-
siados sentimientos duros con los cuales nada tiene que ver el Señor,
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y esos sentimientos influyen sobre nuestros buenos hermanos.
Compasión y simpatía; también sinceridad
—Me siento com-
pelida a tratar el pecado con franqueza y a censurarlo. Llevo esa
carga sobre mi corazón, puesta allí por el Espíritu de Cristo, para
trabajar con fe, tierna simpatía y compasión por los errantes. No
los abandonaré: no los dejaré para que sean burla a causa de las
tentaciones de Satanás. No quisiera hacer el papel del adversario de
las almas, como fue representado por Josué y el ángel. Las almas
costaron el precio de la sangre de mi Redentor.
Cuando los hombres, sujetos a tentaciones, errantes mortales, se
sienten libres para pronunciarse sobre el caso de otra persona que
se humilla hasta el polvo, y deciden, de acuerdo con sus propios
sentimientos o los de sus hermanos, cuánto arrepentimiento debe
manifestar el que ha errado para ser perdonado, se adjudican a ellos
mismos algo que Dios no les pide. Cuando he sabido de quienes