Página 106 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
La verdad permanecerá
La verdad es eterna, y el conflicto con el error sólo manifestará la
fortaleza de esa verdad. Nunca hemos de rehusarnos a examinar las
Escrituras con aquellos de quienes tengamos razones para creer que
desean saber cuál es la verdad. Suponed que un hermano sostiene
un punto de vista que difiere del vuestro, y que viene a vosotros,
proponiéndoos que os sentéis con él para hacer una investigación de
ese punto de las Escrituras. ¿Debéis levantaros, llenos de prejuicio,
y condenar sus ideas, negándoos a escucharlo imparcialmente? El
único procedimiento correcto sería el sentaros como cristianos para
investigar la posición presentada a la luz de la Palabra de Dios, la
cual revelará la verdad y desenmascarará el error. El ridiculizar sus
ideas no debilitará su posición en lo más mínimo si fuera falsa, ni
fortalecerá vuestra posición si fuera la correcta. Si las columnas de
nuestra fe no soportan la prueba de la investigación, es tiempo de
que lo sepamos. Ningún espíritu de fariseísmo debe tener cabida
entre nosotros.
Las escrituras han de ser estudiadas con reverencia
Hemos de abordar el estudio de la Biblia con reverencia, sintien-
do que estamos en la presencia de Dios. Toda liviandad y frivolidad
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debe ser dejada a un lado. Aunque algunas porciones de la Palabra
se entienden con facilidad, el verdadero sentido de otras partes no
se discierne con rapidez. Debe haber paciente estudio y meditación
y ferviente oración. Todo estudioso, al abrir las Escrituras, debe
solicitar la iluminación del Espíritu Santo; y la promesa segura es
que será dado.
El espíritu con el cual os aboquéis a la investigación de las
Escrituras determinará el carácter de los que os asistan. Angeles
del mundo de la luz estarán con los que con humildad de corazón
buscan dirección divina. Pero si la Biblia se abre con irreverencia,
con un sentimiento de suficiencia propia, si el corazón está lleno de
prejuicio, Satanás estará a vuestro lado y colocará las declaraciones
sencillas de la Palabra de Dios en una luz pervertida.
Hay algunos que tratan con ligereza, usando el sarcasmo y aun
la burla, a los que difieren de ellos. Otros presentan una colección de
objeciones a cualquier interpretación nueva, pero cuando estas obje-