Página 114 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

110
Testimonios para los Ministros
La visión que Cristo le presentó a Juan, en la cual aparecen los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús, ha de ser definidamente
proclamada a toda nación, pueblo y lengua. Las iglesias, represen-
tadas por Babilonia, aparecen como caídas de su estado espiritual,
para convertirse en un poder perseguidor contra los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. A Juan
le fue presentado este poder perseguidor como una bestia que tenía
cuernos semejantes a los de un cordero, pero que hablaba como
dragón... A medida que nos acerquemos al fin del tiempo, habrá una
demostración cada vez mayor de poder pagano; deidades paganas
manifestarán su notable poder, y se exhibirán a sí mismas ante las
ciudades del mundo; y esta delineación ha comenzado a cumplirse.
Mediante una diversidad de imágenes el Señor Jesús le presentó a
[118]
Juan el carácter malvado y la influencia seductora de los que se han
destacado en su persecución del pueblo de Dios. Todos necesitan
sabiduría para investigar cuidadosamente el misterio de iniquidad
que figura en forma tan destacada en las postrimerías de la historia
de esta tierra... En el tiempo mismo en que vivimos, el Señor ha
llamado a su pueblo y le ha dado un mensaje para presentar. Lo ha
llamado a exponer la maldad del hombre de pecado, que ha hecho de
la ley del domingo un poder distintivo, que ha pensado en cambiar
los tiempos y la ley, y ha oprimido al pueblo de Dios que se mantiene
firme para honrarlo y guardar el único verdadero día de reposo, el
sábado de la creación, como santo para el Señor.
Los peligros de los últimos días están sobre nosotros, y en nues-
tro trabajo hemos de amonestar a la gente acerca del peligro en que
está. No se dejen sin tratar las solemnes escenas que la profecía ha
revelado. Si nuestros hermanos estuvieran despiertos aunque fuera a
medias, si se dieran cuenta de la cercanía de los sucesos descriptos
en el Apocalipsis, se realizaría una reforma en nuestras iglesias, y
muchos más creerían el mensaje. No tenemos tiempo que perder;
Dios nos pide que velemos por las almas como quienes han de dar
cuenta. Presentad nuevos principios, y acumulad la clara verdad.
Ella será como espada de doble filo. Pero no os manifestéis dema-
siado dispuestos a asumir una actitud polémica. Hay ocasiones en
que hemos de quedar quietos para ver la salvación de Dios. Dejad
que hablen Daniel y el Apocalipsis, y digan cuál es la verdad. Pero
sea cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalzad a Jesús