Página 170 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
los creyentes actúen hombro a hombro y luchen juntos por la vida
eterna, en lugar de mantenerse apartados, expresando por la palabra
y la acción: “Yo soy más santo que tú”. Los que quieren ejercer
todas sus facultades para la salvación de las almas que perecen
deben unirse corazón a corazón y ser vinculados por los lazos de
la simpatía y el amor. Los hermanos deben manifestar el mismo
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espíritu revelado por nuestro misericordioso y fiel Sumo Sacerdote
que puede compadecerse de nuestras debilidades. Podemos insuflar
nueva vida a los que desfallecen y se hallan sin esperanza. Podemos
conseguir victorias que nuestras opiniones erróneas, nuestros propios
defectos de carácter, nuestra poca fe, han hecho parecer imposibles.
¡Fe! Apenas sabemos lo que es.
El señor viene pronto
El fin de todas las cosas se acerca. El Señor viene pronto. Ya
sus juicios se están sintiendo en nuestra tierra. No sólo debemos
hablar de la venida de Cristo, sino que en cada acción hemos de
revelar el hecho de que él pronto ha de manifestarse en las nubes
del cielo con poder y gran gloria. ¿Nos hemos puesto el manto
de bodas? ¿Tenemos piedad personal? ¿Hemos cooperado con los
agentes divinos de una manera cabal, sin reservas, para entretejer en
las prácticas de nuestra vida los divinos principios de la santa ley de
Dios? Una cosa es hablar de la ley, y otra cosa totalmente distinta
practicarla. Son los hacedores de la ley los que serán justificados
delante de Dios; porque los que practican la ley representan el
carácter de Dios y no mienten contra la verdad.
El Señor viene. ¡Oh, el tiempo es corto! ¿y quiénes, según la
Biblia, son colaboradores de Dios? ¿No hemos de examinarnos a
nosotros mismos con temor y temblor, no sea que todavía tengamos
nuestro temperamento natural, que no estemos convertidos y no
seamos santos, y tratemos de hacer pasar una experiencia adulterada
como si fuera genuina? Despertaos, hermanos, despertaos, antes que
sea demasiado tarde para siempre.
Hay muchos colaboradores de Dios a quienes no discernimos
como tales. Las manos de los ministros nunca han sido colocadas
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sobre ellos para ordenarlos para la obra; sin embargo están llevando
el yugo de Cristo y ejercen una influencia salvadora al trabajar en