Página 182 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Actitudes extremas
A menudo estoy sumamente afligida cuando veo a nuestros
dirigentes asumir actitudes extremas, y afrontar problemas que no
les incumben y que debieran ser dejados en manos de Dios para que
él los arregle. Estamos todavía en el mundo, y Dios nos asigna un
lugar en relación con el mundo y obra con su propia diestra para
preparar el camino delante de nosotros a fin de que su obra progrese
en sus diversos ramos. La verdad debe tener un lugar permanente, y
el estandarte de la verdad ha de ser levantado en muchos lugares en
regiones lejanas.
Estad seguros de que Dios no ha encargado a los que permanecen
lejos de esos campos de labor extranjeros que critiquen a los que se
hallan en el lugar donde la obra se realiza. Los que no están allí no
saben nada acerca de las necesidades de esa región y si no pueden
decir nada para ayudar a los que están en ese lugar, no obstaculicen la
tarea, antes bien muestren su sabiduría por la elocuencia del silencio,
y ayuden en la obra que está más cerca de ellos. Afirmo que cuando
ventilan sus ideas con respecto a los campos de labor del extranjero,
el celo que manifiestan no está de acuerdo con la sabiduría.
Dejad que el Señor trabaje con los hombres que están en esos
lugares. Los que no se encuentran allí, anden humildemente con
Dios, no sea que se salgan de su lugar y se desorienten. El Señor no
ha encargado que critiquen la obra a los que han asumido esa tarea, ni
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les da la sanción de su Santo Espíritu. Muchos actúan de acuerdo con
su propio juicio humano, y celosamente tratan de arreglar cosas que
Dios no ha colocado en sus manos. Mientras estemos en el mundo,
hemos de realizar una obra especial por el mundo; el mensaje de
amonestación ha de ir a todos los países, lenguas y pueblos.
El Señor no induce a sus obreros a conducirse de tal modo que
el tiempo de angustia sobrevenga antes de tiempo. No erijan ellos
una pared que los separe del mundo al presentar sus propias ideas y
conceptos. Hay ahora demasiado de esto entre nosotros. El mensaje
de amonestación no ha alcanzado a gran número de personas en
las ciudades que están más a mano, y el determinar cuántos hay en
Israel no es la tarea que Dios nos ha confiado.