Página 216 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Las lecciones espirituales que nos da, no son de despreciar. Las
semillas de la verdad sembradas en el terreno del corazón no se
perderán, sino que germinarán, primero hierba, luego espiga, y más
tarde grano lleno en la espiga. Dios dijo al principio: “Produzca
la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que
dé fruto”. Dios creó la semilla y la tierra, y debemos tener fe en
la palabra de Dios que creó el fruto de la tierra para servicio del
hombre.
El cultivo de nuestras tierras requiere la dedicación de todas las
facultades mentales y todo el tino que poseemos. Las tierras que
nos rodean dan testimonio de la indolencia del hombre. Esperamos
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poner en acción los sentidos dormidos. Esperamos ver agricultores
inteligentes, que sean recompensados por sus decididos esfuerzos.
La mano y el corazón deben cooperar, para ejecutar planes nuevos
y sensatos en relación con el cultivo de la tierra. Hemos visto aquí
árboles gigantescos caídos y desarraigados; hemos visto la reja
del arado roturar la tierra y abrir profundos surcos para plantar
nuevos árboles y sembrar la semilla. Los alumnos están aprendiendo
qué significa arar, y que la azada y la pala, el rastrillo y la rastra,
son implementos de trabajo honorables y provechosos. A menudo
se cometerán errores, pero el error está cerca de la verdad. Los
fracasos enseñarán sabiduría, y la energía que se aplica al comienzo,
brinda esperanza del éxito final. La vacilación servirá de freno, la
precipitación también producirá atrasos, pero todo servirá de lección
al instrumento humano, si así lo quiere.
En el colegio que acabamos de fundar aquí en Cooranbong,
esperamos lograr verdadero éxito en la agricultura, combinada con
el estudio de las ciencias. Queremos que este lugar se convierta en
un centro del cual irradie luz y precioso conocimiento superior que
contribuya al cultivo de la tierras incultas, de manera que las colinas y
los valles florezcan como la rosa. Tanto para los niños como para los
adultos, el trabajo manual combinado con la intensa actividad mental
proporcionará una educación correcta y equilibrada. El cultivo de
la mente afinará el criterio y presentará nuevos incentivos para el
cultivo de la tierra.
Se dispondrá de una nueva clase de hombres capaces de ganarse
la vida, poseedores de una habilidad educada y entrenada para culti-
var la tierra con ventajas. No tendrán la mente recargada y sometida