Página 218 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
ofensas. El mismo asume los atributos del juez frente al portador del
pecado, despojándose de las amorosas características de un padre.
De este modo el amor se manifiesta en la forma más maravillosa a
una raza rebelde. ¡Qué espectáculo para los ángeles! ¡Qué esperanza
para el hombre, ya que “siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros”! El justo sufrió por el injusto; llevó nuestros pecados en su
propio cuerpo sobre el madero. “El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?”
Como testigos escogidos por Dios, ¿valoramos la posesión ad-
quirida por Cristo? ¿Estamos listos para hacer cualquier sacrificio
que esté a nuestro alcance para ponernos bajo el yugo de Cristo,
para cooperar con él y ser colaboradores de Dios? Todos los que
resisten la prueba de Dios, obedeciendo sus mandamientos, aman a
la raza humana que perece, como Cristo la amó. Siguen el ejemplo
de Cristo, de trabajo fervoroso y abnegado, al buscar por los caminos
y por los vallados a los encumbrados y a los humildes, a los ricos y
a los pobres, y al llevar a todos el mensaje de que ellos son el objeto
especial del amor y del tierno cuidado de Cristo.
Trabajemos por todos
Tan grande es la ceguera y la ignorancia naturales de los hombres
con respecto a Dios y al Salvador, que todos los que aman a Jesús
pueden encontrar una obra que hacer. Nadie que tenga verdadero
amor por Cristo permanecerá indiferente e indolente. Hay una se-
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ñalada diferencia entre el carácter y la vida de los que obedecen
todos los mandamientos de Dios, y los que son desobedientes. Los
padres no han reprimido el egoísmo de sus hijos. Se ha cultivado
la complacencia propia. Por el servicio del yo, las multitudes están
atadas al servicio de Satanás. Son esclavos de sus propios impulsos
y pasiones, que se hallan bajo el control del maligno. Al llamarlos a
su servicio, Dios les ofrece libertad. La obediencia a Dios es libertad
de la servidumbre del pecado, liberación de la pasión y del impulso
humanos.
Pero hemos de hacer frente a hombres que usan todo su poder
para calumniar a los que son leales a Dios, y contender con ellos.
Su ingenio y la inteligencia que Dios les ha dado los dedican a