Página 260 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
causa de su inactividad. Hay ya demasiadas personas de esa clase
ahora mismo, que no valen casi nada. Escribo esto porque estoy
profundamente preocupada por esta situación. No estamos haciendo
ni la mitad de lo que debiéramos hacer.
Es cierto que debemos sostener la escuela de -----, pero esto no
debiera impedirnos sostener otras escuelas. Debemos tener escuelas
primarias en diferentes localidades a fin de preparar a los jóvenes
para los colegios superiores. Puede parecerle prudente a usted cerrar
la escuela de -----, pero yo no veo la sabiduría de tal proceder. El
cierre de esa escuela desacreditará todo lo que la gente ha hecho, y le
quitará los deseos de seguir avanzando. No veo qué ganaron al tomar
esa determinación, ni creo que ella esté de acuerdo con la orden de
Dios. Lo único que hará es perjudicar, no sólo a los que se quejaron
de la deuda, sino también a los obreros. Los hombres que tienen
propiedades y que podrían haber ayudado en esta empresa, respirarán
más libremente. Esos hombres adinerados se sentirán animados, no
a hacer más por la causa de lo que han hecho hasta ahora, sino a
hacer menos. Se sentirán libres para quejarse de cualquier cosa que
exija el empleo de recursos.
No impidamos que la obra avance
¡Oh, que el Señor lo guíe! Nunca debiera, en ningún caso, per-
mitir que los rumores lo induzcan a obrar y, sin embargo, a veces
usted lo ha hecho. Nunca tome la determinación de limitar y re-
ducir la obra, a menos que esté convencido de que el Espíritu del
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Señor lo induce a hacerlo. Nuestros hermanos están colaborando con
las misiones extranjeras, pero la actividad misionera local necesita
de su ayuda tanto como aquéllas. Debemos realizar esfuerzos para
señalar a nuestros hermanos las necesidades de la causa de Dios,
para presentarles su deber de utilizar los medios que el Señor les ha
confiado a fin de promover la obra del Maestro tanto aquí como en el
extranjero. A menos que los que pueden ayudar en -----despierten y
comprendan cuál es su deber, no reconocerán la obra de Dios cuando
se oiga el fuerte clamor del tercer ángel. Cuando resplandezca la luz
para iluminar la tierra, en lugar de venir en ayuda del Señor, desearán
frenar la obra para que se conforme a sus propias ideas estrechas.
Permítame decirle que el Señor actuará en esa etapa final de la obra