Página 289 - Testimonios para los Ministros (1979)

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dueños de ellas, como si las hubieran creado, sin tener en cuenta la
gloria de Dios y sin una ferviente plegaria para ser dirigidos en la
manera de adquirirlas o usarlas. Están empuñando una serpiente que
los morderá como víbora.
El camino seguro
Dios dice con respecto a su pueblo: “Sus negocios y ganancias
serán consagrados a Jehová; no se guardarán ni se atesorarán”. Pero
muchos que profesan creer la verdad no quieren que Dios esté en
sus pensamientos, más de lo que lo querían los antediluvianos o los
sodomitas. Un solo pensamiento sensato acerca de Dios, despertado
por el Espíritu Santo, destruiría todos sus planes. El yo, el yo, el yo,
ha sido su dios, su alfa y su omega.
Los cristianos están seguros tan sólo al adquirir dinero en la
forma en que Dios lo indica, y al usarlo por conductos que él pueda
bendecir. Dios nos permite usar sus bienes con el único propósito de
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glorificarlo, a fin de que sean una bendición para nosotros, de manera
que seamos una bendición para los demás. Los que han adoptado la
máxima del mundo y descartado las declaraciones de Dios, los que
se posesionan de todo lo que pueden obtener en materia de sueldos
o bienes, son pobres, ciertamente pobres, porque la ira de Dios está
sobre ellos. Andan por sendas que ellos mismos han escogido y
deshonran a Dios, la verdad, su bondad, su misericordia, su carácter.
Ahora, en el tiempo de gracia, estamos todos en un período de
prueba. Satanás trabaja con sus encantos y sus sobornos engañosos,
y algunos pensarán que gracias a sus planes han logrado especular
admirablemente. Pero he aquí que cuando pensaban que estaban
levantándose con seguridad y se elevaban a sí mismos en el egoísmo,
descubrieron que Dios puede desparramar más rápidamente de lo
que ellos pueden juntar.
“Vi yo al impío sumamente enaltecido y que se extendía como
laurel verde. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; lo busqué, y no
fue hallado”. El que ve el fin desde el principio, y que pone orden en
la confusión, realiza bien todas las cosas. Veremos otro aspecto del
cuadro: “Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final
dichoso para el hombre de paz”. La Palabra de Dios ofrece toda la
preparación para la vida eterna. Nuestra fe debe ser una fe que obra