Página 297 - Testimonios para los Ministros (1979)

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bajo su yugo. Aceptad sus cargas. Recibid aquello que él os confiere.
El dice: “Mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
Esta anticipación de terribles dificultades no debe existir. Debe-
mos comer y beber la Palabra de vida, lo cual se representa por el
comer y beber la sangre de Cristo. Los que conocen la verdad deben
ser educados a recibirla de sus propios pastores, y orar por ella y
practicarla. Entonces las almas crecerán en fe, y en conocimiento
inteligente. Recibirán el pan de vida, y lo digerirán. “La exposición
de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. La verdad
necesita entrar en el corazón y en la mente. Mucho, mucho más
oración, y menos largo sermonear, redundará en la salud del cuerpo
y del alma.
Se ha gastado dinero para enviar hombres a Jerusalén, para ver
el lugar donde Jesús viajó y enseñó, cuando tenemos al precioso
Salvador cerca de nosotros, tenemos su presencia con nosotros, y
podemos tener a Jerusalén en nuestras propias casas e iglesias. Po-
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demos discernir las huellas recientes de sus pasos, podemos comer
sus palabras, y podemos tener vida eterna. Necesitamos más estudio,
más ferviente meditación y comunión con Cristo. Necesitamos es-
cuchar el silbo apacible y delicado, y descansar por la fe en el amor
de Cristo. Deberíamos tener una experiencia mucho más saludable,
y llegar a ser cristianos mucho más vigorosos.
Tenemos una superabundancia de sermones, pero necesitamos
aprender a recibir la Palabra. Toda la ayuda que venga de afuera
no puede suplir esta deficiencia. La obra misionera local debe ser
emprendida por misioneros locales. Dios no se agrada con los planes
egoístas de dar tantas ventajas a aquellos que conocen la verdad, que
tuvieron oportunidades para comprender mucho más de la verdad
de lo que practican. Miles y miles están en la ignorancia, pereciendo
sin Cristo. Sin embargo se dedica dinero y tiempo y trabajo a la
clase que está siempre aprendiendo, y con todo nunca llega a tener
un conocimiento experimental de la verdad, porque no práctica la
verdad.
Los que están listos para hacer servicio son los que se alimentan
más de Cristo. Leed y estudiad sus palabras, bebed en la inspiración
de su Espíritu, y recibid de su gracia, no para almacenar, sino para
dar a otros. A fin de instruir a otros, los maestros deben primero ser
alumnos de Cristo. Hay Martas en toda iglesia. Esas personas están