Página 30 - Testimonios para los Ministros (1979)

Basic HTML Version

X X V I
Testimonios para los Ministros
ran doce meses, en la noche del 18 de febrero de 1902, el sanatorio
se incendió. Antes que terminara el año 1902, la editorial también es-
taba reducida a cenizas. Se reconoció que esas grandes pérdidas para
la organización eran juicios de Dios, infligidos porque los hombres
no habían aceptado ni seguido los consejos que se les habían dado.
Habían recibido la advertencia, pero no la habían aceptado. Dios
habló entonces de tal manera que nadie podía dejar de comprender.
La sede de la iglesia abandonó Battle Creek, con todos sus pro-
blemas, y por la providencia de Dios se estableció en Washington,
Capital Federal de los Estados Unidos. La editorial volvió a fundarse
en la capital del país, y los dirigentes resolvieron que el tiempo de
los empleados y el equipo debían dedicarse ciento por ciento a la
publicación del mensaje de la iglesia. El sanatorio fue reconstruido
en Battle Creek, pero desgraciadamente pronto la organización per-
dió el control sobre esa gran institución. Battle Creek dejó de ser el
centro de la organización mundial al trasladarse la sede a Takoma
Park.
“Excepto que olvidemos”
Los capítulos finales de esta obra proceden fundamentalmente
de mensajes escritos en 1907 y 1914. Elena G. de White tuvo opor-
tunidad de revisar el capítulo titulado “Principios Vitales Acerca de
Nuestras Relaciones Mutuas”, y en especial el artículo “Jehová Es
Nuestro Rey”, un mensaje que leyó en el congreso de la Asociación
del Sur de California en agosto de 1907; y el artículo titulado “Res-
[
xxxvi
]
ponsabilidad Individual y Unidad Cristiana”, leído por ella en enero
de 1907 en el congreso de la Asociación de California. Estos artícu-
los resumen los puntos que abarcan los principales temas del libro.
Estos consejos, al ser reafirmados, recuerdan a todos que perder de
vista estos principios podría poner en peligro a la iglesia.
La historia puede repetirse y los hombres pueden olvidar. Se
han hecho sinceros esfuerzos para evitar la repetición de los errores
cometidos en Battle Creek. La Hna. White escribió: “No tenemos
nada que temer del futuro, excepto que olvidemos la manera en
que el Señor nos ha conducido” (pág. 31). Los administradores y
pastores de la iglesia siempre tienen delante de ellos estos mensajes
de advertencia y amonestación, para ayudarlos a evitar que cometan