Página 322 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
Enseñad esto al pueblo
Las asociaciones pueden depender de la Asociación General para
recibir luz, conocimiento y sabiduría; ¿pero es seguro que lo hagan?
Battle Creek no ha de ser el centro de la obra de Dios. Sólo Dios
puede ocupar ese lugar. Cuando nuestros hermanos que están en los
diferentes lugares tienen sus convocaciones especiales, enseñadles,
por causa de Cristo y por causa de su propia alma, a no hacer de la
carne su brazo. No hay poder en los hombres para leer el corazón
de sus semejantes. El Señor es el único del cual podemos depender
con seguridad, y él está a nuestro alcance en todo lugar y para toda
iglesia del país. El poner a los hombres donde Dios debe estar no
lo honra ni lo glorifica. ¿Ha de ser el presidente de la Asociación
General el dios del pueblo? ¿Han de considerarse los hombres de
Battle Creek como infinitos en sabiduría? Cuando el Señor obre
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en los corazones humanos y en los intelectos de los hombres, se
presentarán ante el pueblo postulados y procedimientos diferentes
de éstos. “Dejaos del hombre”.
El Señor tiene un pleito con su pueblo en este asunto. ¿Por qué
han dejado al Señor su Dios, que tanto los amó, “que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna”? Su amor no es inseguro o fluctuante, sino
que está tan por encima de todo otro amor como los cielos son
más altos que la tierra. Siempre vela sobre sus hijos con un amor
inconmensurable y eterno. “¡Oh profundidad de las riquezas de la
sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios,
e inescrutables sus caminos!”
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios,
el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
Ha de hallarse misericordia, amor y sabiduría en Dios, pero mu-
chos que profesan conocerlo se han apartado de Aquel en quien se
centra nuestra esperanza de vida eterna, y se han acostumbrado a
depender de sus semejantes, seres humanos falibles. Se mutilan es-
piritualmente cuando hacen esto, porque ningún hombre es infalible
y su influencia puede extraviar a otros. El que confía en el hombre
no solamente se apoya en una caña quebrada y le da a Satanás la
oportunidad de intervenir, sino que daña a aquel en quien pone su
confianza; éste se enaltece en su estima propia y pierde el sentido