Página 385 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Elevad la norma
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debieran abrir la puerta al sensualismo o inducir a los que las hayan
recibido a creer que Dios no será exigente con ellos porque él nece-
sita de la habilidad y el conocimiento de ellos para realizar una parte
en la gran obra. Todas estas ventajas son sus medios para inspirar
ardor en el espíritu, fervor en el esfuerzo y exactitud en la realización
de su santa voluntad.
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Vosotros, hermanos míos, os cruzáis de brazos y os dejáis arras-
trar hacia el mal proceder, y todavía esperáis que Dios obre un
milagro para cambiar vuestros caracteres y obligaros a ser puros
y santos. ¿Os expondréis anhelosamente a la tentación, esperando
que Dios fuerce vuestra mente y vuestras inclinaciones para que no
os corrompáis? ¿Llevaréis la víbora a vuestro seno, esperando que
Dios la hechice de manera que no os envenene con su mordedura
mortífera? ¿Beberéis veneno esperando que Dios proporcione un
antídoto?
Sed hombres de Dios
Aunque, bajo la dirección divina, hemos de usar los medios para
salvar nuestra propia alma, no debemos depender solamente de lo
que podemos hacer nosotros, pensando que podremos salvarnos a
nosotros mismos. Aunque debemos trabajar con el corazón y el alma
y las fuerzas, debemos hacerlo todo en Jesús y por medio de él. Pero
la verdad tal como es en Jesús debe entrar en el corazón y en la vida,
debe ser llevada a hogar y a la iglesia. Dios usará sus canales para
que por ellos fluya su gracia.
¡Ojalá que mis hermanos sean
hombres
de acuerdo con la acep-
ción divina de la palabra y ocupen su lugar en la gran trama de la
humanidad, dándose cuenta de que son parte del gran todo de Dios
en la creación, en la redención!
Solamente sed hombres,
y ya estaréis
progresando decididamente para ser cristianos.
Se han provisto los medios, y nadie tendrá ninguna excusa para
el pecado. Si dejáis de vencer, hay razones para que esto ocurra. No
queréis obedecer la verdad revelada de Dios; no queréis orar; no
queréis luchar; no queréis guerrear contra los malos hábitos y los
pensamientos impíos. ¿Sois vosotros más fuertes que Dios? ¿Podéis
contender con el Eterno? ¿Os atrevéis a hacerlo? Si no estáis a
cubierto de los juicios de Dios, a cubierto de su venganza, no sigáis
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