Página 42 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
venían a escuchar en casas privadas, en cocinas grandes, en galpones,
en bosques y en edificios escolares; pero no pasó mucho tiempo
antes de que nos fuera posible edificar humildes casas de culto.
La introducción del orden eclesiástico
A medida que nuestros miembros fueron aumentando, resultó
evidente que sin alguna forma de organización habría gran confusión,
y la obra no se realizaría con éxito. La organización era indispensable
para proporcionar sostén al ministerio, para dirigir la obra en nuevos
territorios, para proteger tanto a las iglesias como a los ministros de
los miembros indignos, para retener las propiedades de la iglesia,
para la publicación de la verdad por medio de la prensa, y para
muchos otros objetos.
Sin embargo, había un fuerte sentimiento entre nuestros her-
manos en contra de ella. Los adventistas del primer día [
veasé el
Apéndice.
] eran enemigos de la organización, y la mayor parte de
los adventistas del séptimo día tenían las mismas ideas. Buscamos
al Señor con ferviente oración para poder entender su voluntad, y
nos fue dada luz por su Espíritu en el sentido de que debía haber
orden y disciplina cabal en la iglesia: la organización era esencial.
El sistema y el orden se manifiestan en todas las obras de Dios a
través del universo. El orden es la ley del cielo, y debe ser la ley del
pueblo de Dios en la tierra.
Tuvimos una dura lucha para establecer la organización. A pe-
sar de que Dios dio testimonio tras testimonio sobre este punto,
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la oposición era fuerte, y hubo que hacerle frente una y otra vez.
Pero sabíamos que el Señor Dios de Israel estaba conduciéndonos y
guiándonos por su providencia. Nos empeñamos en la obra de la or-
ganización, y una señalada prosperidad caracterizó este movimiento
de avanzada.
A medida que el desarrollo de la obra exigía que nos empeñára-
mos en nuevas empresas, estábamos preparados para afrontarlas. El
Señor dirigió nuestras mentes a la importancia de la obra educacio-
nal. Vimos la necesidad de tener escuelas, a fin de que nuestros niños
recibieran una instrucción exenta de los errores de la falsa filosofía,
para que su educación estuviera en armonía con los principios de la
Palabra de Dios. La necesidad de una institución de salud nos había