Página 437 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Principios vitales acerca de nuestras relaciones mutuas
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los indignos seres humanos. No la buscamos; fue enviada para que
nos buscara. Dios se complace en extender su gracia a todos los
que tenemos hambre y sed de ella, no porque la merezcamos, sino
porque somos indignos. Nuestra necesidad es el requisito que nos
da la certidumbre de que vamos a recibir el don.
No debe ser difícil recordar que el Señor desea que usted deposi-
te sus problemas y perplejidades a sus pies, y que los deje allí. Vaya
a él, diciendo: “Señor, mis cargas son demasiado pesadas. ¿Quieres
llevarlas en mi lugar?” Y él contestará: “Yo las llevaré. ‘Con mi-
sericordia eterna tendré compasión de ti’. Llevaré tus pecados y te
daré paz. No sigas menospreciándote, porque te he comprado con
mi propia sangre. Eres mío. Fortaleceré tu voluntad debilitada. Tu
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remordimiento por el pecado yo lo quitaré”.
“Yo, yo soy—declara el Señor—el que borro tus rebeliones por
amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recor-
dar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte”. “No
hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la des-
cendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo
justicia, que anunció rectitud”. “Mirad a mí, y sed salvos, todos los
términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”. Respon-
da a los llamados de la misericordia de Dios, y diga: “Confiaré en
el Señor y seré confortado. Alabaré al Señor; porque su ira se ha
disipado. Me regocijaré en Dios, quien da la victoria”.
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