Página 55 - Testimonios para los Ministros (1979)

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La iglesia de Cristo
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tenga peso y sea aceptado por el pueblo. Interpretan erróneamente
y aplican mal lo que. Dios ha dado a la iglesia para amonestar,
aconsejar, reprobar, consolar y animar a los que constituyen el pueblo
remanente de Dios. Los que reciban los
Testimonios
como mensaje
de Dios serán ayudados y bendecidos por ellos; pero aquellos que
toman ciertas partes, simplemente para sostener alguna teoría o idea
de su propia factura, para defender su conducta errónea, no serán
bendecidos y beneficiados por lo que enseñen. El pretender que la
Iglesia Adventista del Séptimo Día es Babilonia es tener la misma
pretensión que Satanás, que es un acusador de los hermanos, que
los acusa delante de Dios día y noche. Por este mal uso de los
Testimonios
las almas son confundidas, porque no pueden entender
la relación de los
Testimonios
con una posición tal como la que
asumen los que están en el error; pues Dios se propuso que los
Testimonios
estuviesen contenidos siempre en el marco de la verdad.
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Los que defienden el error dirán: “Así ha dicho Jehová el Señor;
y Jehová no había hablado”. Dan testimonio de la falsedad, no de
la verdad. Si los que han estado proclamando el mensaje de que la
iglesia es Babilonia, en vez de haber usado el dinero para publicar
y difundir este error, lo hubieran gastado en edificar en lugar de
destruir, habrían puesto en evidencia que eran el pueblo al cual Dios
dirige.
Hay una gran obra que hacer en el mundo, una gran obra que
debe ser realizada en los países extranjeros. Deben establecerse
escuelas para que nuestros jóvenes, niños y personas de edad más
madura sean educados tan rápidamente como sea posible, para que
puedan ir al campo misionero. Se necesitan no solamente ministros
para los campos extranjeros, sino obreros sabios y juiciosos de todas
clases. Desde todas partes del mundo se oye el llamado macedónico:
“Pasa... y ayúdanos”. Con toda la responsabilidad que descansa
sobre nosotros de ir y predicar el Evangelio a toda criatura, hay gran
necesidad de hombres y medios, y Satanás está trabajando en toda
forma concebible para distraer los fondos y para impedir que los
hombres se empeñen precisamente en la obra que deberían estar
haciendo. El dinero que debiera usarse en realizar la buena obra de
edificar casas de culto, de establecer escuelas para la educación de
los obreros destinados al campo misionero, de adiestrar a jóvenes
y señoritas de manera que puedan salir y trabajar con paciencia,