Página 56 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Testimonios para los Ministros
con inteligencia y con toda perseverancia, para ser agentes por cuyo
intermedio pueda prepararse un pueblo que permanezca en pie en el
gran día de Dios, es desviado del cauce de la utilidad y la bendición
al de la perversidad y la maldición.
El día grande de Dios está cercano y muy próximo, y hay una
gran obra que realizar, la cual debe ser hecha con presteza. Pero
hallamos que en medio de la obra que ha de hacerse, están los que
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profesan creer la verdad presente y que no saben cómo invertir los
medios que les fueron confiados, quienes, por falta de mansedumbre
y humildad de corazón, no ven cuán grande es la tarea que ha de
hacerse. Todos los que aprendan de Jesús serán obreros juntamente
con Dios. Pero los que salen a proclamar el error, gastando tiempo
y dinero en una obra vana, arrojan cargas acrecentadas sobre los
verdaderos obreros que trabajan en campos nuevos; pues en lugar
de dedicar su tiempo en apoyo de la verdad, éstos se ven obligados
a contrarrestar la obra de los que proclaman la falsedad y pretenden
tener un mensaje del cielo.
Si los que han hecho esta clase de trabajo hubieran sentido la
necesidad de contestar la oración que Cristo ofreció a su Padre inme-
diatamente antes de su crucifixión—de que los discípulos de Cristo
fueran uno como él y el Padre son uno—, no estarían malgastando
los medios que les son confiados y que tanto se necesitan para hacer
progresar la verdad. No estarían malgastando tiempo y capacidad
preciosos para diseminar el error, haciendo necesario que los obreros
dediquen su tiempo para contrarrestar y anular su influencia. Una
obra de este carácter es inspirada, no de arriba sino de abajo.
“¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de
su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el
nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros
encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego,
y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor
seréis sepultados”. El mensaje que ha sido dado por aquellos que
han proclamado que la iglesia es Babilonia, ha dejado la impresión
de que Dios no tiene iglesia sobre la tierra.
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