Página 65 - Testimonios para los Ministros (1979)

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La iglesia de Cristo
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santísima fe. En vez de enseñar la verdad, permiten que su imagi-
nación se espacie en aquello que es nuevo y extraño, y se ponen en
desacuerdo con aquellos a quienes Dios está usando para hacer subir
a su pueblo a la plataforma de la verdad. Desechan todo lo que se ha
dicho acerca de la unidad de sentimiento, y pisotean la oración de
Cristo como si la unidad por la cual él oró no fuese esencial, y no
hubiese necesidad de que sus discípulos sean uno como él es uno
con el Padre. Escapan por la tangente, y como Jehú, invitan a sus
hermanos a seguir su ejemplo de celo por el Señor.
Si su celo los indujese a trabajar en armonía con sus hermanos
que han soportado el calor y la carga del día; si fuesen tan perse-
verantes para vencer los desalientos y los obstáculos como lo han
sido sus hermanos, bien podría imitárseles y Dios los aceptaría. Mas
han de ser condenados los hombres que salen a proclamar una luz
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maravillosa, y con todo se apartan de los agentes a quienes Dios
está guiando. Así fue como obraron Coré, Datán y Abiram, y su
acción nos es relatada como amonestación a todos. No debemos
hacer como ellos hicieron al acusar y condenar a aquellos a quienes
Dios impuso la carga de la obra.
Los que han proclamado que la Iglesia Adventista del Séptimo
Día es Babilonia, han hecho uso de los
Testimonios
para dar a su
posición un apoyo aparente; pero, ¿por qué no presentaron lo que
durante años ha sido el corazón de mi mensaje la unidad de la
iglesia? ¿Por qué no citaron las palabras del ángel: “Uníos, uníos,
uníos”? ¿Por qué no repitieron la amonestación, ni declararon el
principio de que “en la unión hay fuerza, en la división debilidad”?
Son los mensajes semejantes a aquellos que han sido proclamados
por estos hombres los que dividen a la iglesia y nos avergüenzan
delante de los enemigos de la verdad, y en los tales mensajes se
revela claramente la obra especiosa del gran engañador, que quisiera
impedir a la iglesia alcanzar la perfección y unidad. Estos maestros
siguen las teas que ellos mismos encendieron, obran de acuerdo con
su propio juicio independiente y estorban la verdad con nociones
y teorías falsas. Rechazan el consejo de sus hermanos y siguen su
camino hasta que llegan a ser precisamente lo que Satanás desea que
sean: desequilibrados mentales.
Amonesto a mis hermanos para que se pongan en guardia contra
la obra de Satanás en cualquiera de sus formas. El gran adversario