Página 67 - Testimonios para los Ministros (1979)

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La iglesia de Cristo
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Dios tiene un pueblo distinto, una iglesia en la tierra, que no
es inferior a otro alguno, sino superior a todos en su capacidad
de enseñar la verdad y vindicar la ley de Dios. Dios tiene agentes
designados divinamente, hombres a quienes está guiando, que han
soportado el calor y la carga del día, que están cooperando con
los instrumentos celestiales en hacer progresar el reino de Dios en
nuestro mundo. Unanse todos con estos agentes escogidos, y sean
hallados al fin entre aquellos que tienen la paciencia de los santos,
que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús.
La carta
La siguiente es la carta enviada al Hno. S. [
veasé el Apéndice.
]:
“Napier, Nueva Zelandia,
23 de marzo de 1893
“Querido Hno. S.,
“Le dirijo unas pocas líneas. No estoy de acuerdo con la posición
que usted ha tomado, porque el Señor me mostró que precisamente
tales posiciones serían tomadas por aquellos que están en el error. Pa-
blo nos ha dado una amonestación en este sentido: ‘Pero el Espíritu
dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de
la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios’.
“Hermano mío, he sabido que usted pretende que la Iglesia
Adventista del Séptimo Día es Babilonia, y que todos los que quieran
ser salvos deben salir de ella. Usted no es el único hombre a quien
el diablo ha engañado en este asunto. Durante los últimos cuarenta
años, un hombre tras otro se ha levantado, pretendiendo que el Señor
lo había enviado con el mismo mensaje; permítame que le diga, como
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les he dicho a ellos, que este mensaje que usted está proclamando es
uno de los engaños satánicos destinados a crear confusión entre las
iglesias.
“Hermano mío, usted está con toda seguridad fuera de la huella.
El mensaje del segundo ángel habría de ir a Babilonia (las iglesias)
para proclamar su caída, y llamar al pueblo a salir de ella. Este
mismo mensaje ha de ser proclamado la segunda vez. ‘Después de
esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra
fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo:
Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de