Página 83 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Amonestaciones fieles y fervientes
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Cuando la ofrenda de Abel fue aceptada por Dios, y el fuego santo
consumió el sacrificio, el enojo de Caín no tuvo límites. El Señor
condescendió en explicarle las cosas, pero él no quiso reconciliarse
con Dios, y aborreció a Abel porque Dios le manifestó su favor. Se
enojó tanto que mató a su hermano.
El Señor tiene una controversia con todos los hombres que por
su incredulidad y sus dudas han estado diciendo que él demora
su venida, y han estado golpeando a sus consiervos, comiendo y
bebiendo con los borrachos (es decir, guiándose por los mismos
principios que ellos); están ebrios, pero no con vino; tambalean,
pero no a causa de bebida fuerte. Satanás ha controlado su razón, y
no saben en qué están tropezando.
Resultado de la separación de Dios
Tan pronto como un hombre se separa de Dios, de manera que
su corazón deja de estar bajo el poder suavizador del Espíritu Santo,
los atributos de Satanás se revelan en él, y comienza a oprimir
a sus semejantes. Emana de él una influencia que es contraria a
la verdad y la justicia. Esta disposición se manifiesta en nuestras
instituciones, no sólo en la relación de los obreros entre sí, sino
en el deseo manifestado por una institución de dominar a todas las
otras. [
veasé el Apéndice.
] Hombres a quienes se les han confiado
pesadas responsabilidades, pero que no tienen una relación viva con
Dios, han estado y están haciendo afrenta a su Santo Espíritu. Están
albergando el mismo espíritu que tenían Coré, Datán y Abiram y
los judíos en los días de Cristo. Véase
Mateo 12:22-29, 31-37
. Una
y otra vez han llegado amonestaciones de parte de Dios para estos
hombres, pero ellos las han hecho a un lado y han continuado con la
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misma conducta.
Leed las palabras de Cristo que se hallan en (
Mateo 23:23
):
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la
menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley:
la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar
de hacer aquello”. Estas denuncias se dan como una amonestación a
todos aquellos que “por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los
hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”.
Ellos dicen: Estamos decididos a hacer todas estas cosas. Dicen