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Testimonios para los Ministros
también: “Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres,
no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
Así que—dijo Jesús—, dais testimonio contra vosotros mismos,
de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas”. ¡Qué
lecciones encontramos aquí! ¡Cuán terribles y decisivas! Jesús dijo:
“Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de
ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras
sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad”. Esta profecía fue
literalmente cumplida por los judíos en la forma de tratar a Jesús y a
los mensajeros que Dios les envió. ¿Seguirán los hombres en estos
últimos días el ejemplo de aquellos a quienes Cristo condenó?
Ellos no han cumplido todavía en forma plena estas terribles
predicciones, pero si el Señor les conserva la vida, y alimentan el
mismo espíritu que señaló su conducta antes y después de la reunión
de Minneápolis, [
veasé el Apéndice.
] llenarán también la medida de
aquellos a quienes Cristo condenó cuando estaba en la tierra.
Los peligros de los últimos días están sobre nosotros.
Satanás
controla toda mente que no se halla en forma decidida bajo el
gobierno del Espíritu de Dios
. Algunos han estado cultivando odio
contra los hombres a quienes Dios ha comisionado para presentar
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un mensaje especial al mundo. Comenzaron esta obra satánica en
Minneápolis. Más tarde, cuando vieron y sintieron la demostración
del Espíritu Santo que testificaba que el mensaje era de Dios, lo
odiaron aún más, porque era un testimonio contra ellos. No quisieron
humillar sus corazones para arrepentirse, para dar gloria a Dios y
reivindicar la justicia. Continuaron con el mismo espíritu, llenos de
envidia, de celos y de malas sospechas, como los judíos. Abrieron
sus corazones al enemigo de Dios y del hombre. Sin embargo, estos
hombres han estado ocupando puestos de confianza y han estado
modelando la obra a su propia semejanza, hasta el punto en que les
fue posible...
Exhortación al arrepentimiento
Los que ahora son primeros, que han sido infieles a la causa
de Dios, pronto serán los últimos, a menos que se arrepientan. A
menos que se apresuren en caer sobre la Roca para ser quebrantados,
y nazcan de nuevo, el espíritu que ha sido cultivado continuará