Página 85 - Testimonios para los Ministros (1979)

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Amonestaciones fieles y fervientes
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cultivándose. La dulce voz de la misericordia no será reconocida
por ellos. La religión de la Biblia, en privado y en público, es para
ellos una cosa del pasado. Han estado celosamente arengando contra
el entusiasmo y el fanatismo. La fe que pide a Dios que alivie el
sufrimiento humano, la fe que Dios ha encarecido a su pueblo que
ejerza, es llamada fanatismo. Pero si hay algo sobre la tierra que
debe inspirar a los hombres un celo santificado, es la verdad como
es en Jesús; es la grandiosa obra de la redención; es Cristo, hecho
para nosotros sabiduría, y justicia, y santificación y redención.
El Señor ha manifestado reiteradamente en su providencia que
nada que no sea la verdad revelada, la Palabra de Dios, puede rescatar
al hombre del pecado o guardarlo de la transgresión. Esa Palabra que
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revela la culpa del pecado tiene un poder sobre el corazón humano
para hacer al hombre justo y para conservarlo en esa condición. El
Señor ha dicho que su Palabra ha de ser estudiada y obedecida; ha
de ser llevada a la vida práctica; esa Palabra es tan inflexible como
el carácter de Dios: es la misma ayer, y hoy y por los siglos.
Lo que verdaderamente inspira entusiasmo
Si hay algo en nuestro mundo que debe inspirar entusiasmo,
es la cruz del Calvario. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre,
para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él”. “Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Cristo
ha de ser aceptado, creído y exaltado. Este ha de ser el tema de la
conversación: el precioso carácter de Cristo.
La verdad ha de ser entronizada en el corazón
Hay en Battle Creek una clase de hermanos que tienen la verdad
implantada en el corazón. Esta es para ellos el poder de Dios para
salvación. Pero a menos que la verdad sea entronizada en el corazón,
y se dé el paso fundamental de las tinieblas a la luz, los que manejan
sagradas responsabilidades son ministros de las tinieblas, ciegos
guías de ciegos, “nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los
vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarrai-
gados”. Dios exige que cada alma que invoca su nombre tenga la