Capítulo 5—Los cristianos y la elaboración de
licores
Muchos que vacilarían en poner licor en los labios de su prójimo
se dedican al cultivo del lúpulo, y así prestan su influencia contra la
causa de la temperancia. No puedo comprender cómo, a la luz de
la ley de Dios, los cristianos pueden dedicarse concienzudamente a
cultivar lúpulo o a la elaboración de vino o sidra para el mercado.—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 32
.
Evitad la apariencia de mal
—Siento tristeza en el corazón
cuando hombres y mujeres inteligentes que profesan ser cristianos
argumentan que no hay daño en hacer vino o sidra para el mercado,
porque mientras no estén fermentados no embriagarán. Yo sé que
hay otro aspecto de este asunto que ellos se niegan a considerar
porque el egoísmo ha cerrado sus ojos a los terribles males que
pueden resultar del uso de esos estimulantes. No veo cómo nuestros
hermanos pueden abstenerse de toda apariencia de mal al dedicarse
extensamente al negocio de cultivar lúpulo, sabiendo qué uso se dará
al lúpulo.
Los que ayudan a producir estas bebidas que fomentan y educan
el apetito por estimulantes más fuertes, tendrán la recompensa de
acuerdo con sus obras. Son transgresores de la ley de Dios y serán
castigados por los pecados que cometen y por aquellos que come-
tieron otros influidos por las tentaciones que ellos pusieron en su
camino.
Que todos los que profesan creer la verdad para este tiempo y
que profesan ser reformadores actúen en consonancia con su fe.
Debiera trabajarse cuidadosamente con una persona, cuyo nombre
está en el libro de la iglesia, si se dedica a elaborar vino o sidra
para el mercado, y si continúa en su práctica, debiera ser puesta bajo
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censura por la iglesia. Los que no quieran ser disuadidos de hacer
esta obra son indignos de ocupar un lugar y de tener su nombre entre
el pueblo de Dios.
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