Página 106 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
Debemos ser seguidores de Cristo, debemos afirmar nuestro co-
razón y nuestra influencia contra toda mala práctica. ¿Cómo nos
sentiremos en el día cuando se derramen los juicios de Dios al en-
frentar hombres que se han vuelto borrachos por nuestra influencia?
Estamos viviendo en el día real de expiación y nuestros casos pronto
habrán de ser revisados delante de Dios. ¿Cómo estaremos en pie
en el tribunal celestial si nuestra conducta ha favorecido el uso de
estimulantes que pervierten la razón y destruyen la virtud, la pureza
y el amor de Dios?—
Testimonies for the Church 5:358, 359
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El amor al dinero no ha de desviarnos
—Tengo unas pocas
hectáreas de terreno. Cuando lo compré estaba plantado con vides
para vino, pero no venderé una libra de esa uva a ninguna bodega. El
dinero que obtendría de ello aumentaría mis entradas, pero antes que
ayudar la causa de la intemperancia permitiendo que se convierta en
vino, dejaría que se echara a perder en las parras. ...
El amor al dinero llevará a los hombres a violar su conciencia.
Quizá ese mismo dinero sea llevado a la tesorería del Señor, pero
él no aceptará una ofrenda tal: es una ofensa para él. Fue obtenida
traspasando su ley, que requiere que el hombre ame a su prójimo
como a sí mismo. No es excusa para el transgresor decir que si él no
hubiese hecho vino o sidra, algún otro lo habría hecho, y su prójimo
se habría convertido lo mismo en borracho. Por el hecho de que hay
quienes ponen la botella en los labios de su prójimo, ¿se arriesgarán
los cristianos a manchar sus vestiduras con la sangre de almas, a
incurrir en la maldición pronunciada sobre aquellos que ponen esta
tentación en el camino de los hombres que yerran? Jesús llama a sus
seguidores para que se alisten bajo su bandera y ayuden a destruir
las obras del diablo.
El Redentor del mundo, que sabe bien la condición de la sociedad
en los últimos días, describe el comer y el beber como los pecados
que condenan a esta época. Nos dice que así como era en los días
de Noé, así será cuando apareciere el Hijo del Hombre. “Estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el
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día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el
diluvio y se los llevó a todos”. Un estado de cosas igual existirá en
los últimos días, y los que creen estas advertencias tendrán el mayor
cuidado de no tener una conducta que los lleve a la condenación.—
The Review and Herald, 25 de marzo de 1884
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