Página 131 - La Temperancia (1976)

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Ayuda para los tentados
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Dios se colocan bajo la dirección de Satanás. Muchos juegan con
el mal, pensando que podrán romper con él cuando quieran; pero
quedan cada vez más engañados hasta que se encuentran dominados
por una voluntad más fuerte que la suya. No pueden sustraerse
a su misterioso poder. El pecado secreto o la pasión dominante
puede hacer de ellos cautivos tan inertes como el endemoniado de
Capernaum.
Sin embargo, su condición no es desesperada. Dios no domina
nuestra mente sin nuestro consentimiento, sino que cada hombre
está libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie
ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en
Cristo. El endemoniado, en vez de oraciones, sólo podía pronunciar
las palabras de Satanás; sin embargo la muda súplica de su corazón
fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue
a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten
en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder
de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza.
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“¿Será quitada la presa al valiente? o ¿libertaráse la cautividad
legítima? Así ... dice Jehová: Cierto, la cautividad será quitada al
valiente, y la presa del robusto será librada; y tu pleito yo lo pleitearé,
y yo salvaré a tus hijos”.
Isaías 49:24, 25
.
Maravillosa será la transformación de quien abra por la fe la
puerta de su corazón al Salvador.—
El Ministerio de Curación, 60-
62
.
El amor del Salvador por las almas entrampadas
—Jesús co-
noce las circunstancias particulares de cada alma. Cuanto más grave
es la culpa del pecador, tanto más necesita del Salvador. Su corazón
rebosante de simpatía y amor divinos se siente atraído ante todo
hacia el que está más desesperadamente enredado en los lazos del
enemigo. Con su propia sangre firmó Cristo los documentos de
emancipación de la humanidad.
Jesús no quiere que los comprados a tanto precio sean juguete
de las tentaciones del enemigo. No quiere que seamos vencidos ni
que perezcamos. El que dominó los leones en su foso, y anduvo
con sus fieles testigos entre las llamas, está igualmente dispuesto a
obrar en nuestro favor para refrenar toda mala propensión de nuestra
naturaleza. Hoy está ante el altar de la misericordia, presentando a
Dios las oraciones de los que desean su ayuda. No rechaza a ningún