Capítulo 1—Lo que abarca la verdadera
temperancia
Alcancemos el más alto grado de perfección
—“Si, pues, co-
méis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios”.
Se nos concede solamente una vida; y la pregunta de cada uno
debería ser: ¿Cómo puedo invertir mi vida para que produzca el
mayor beneficio? ¿Cómo puedo hacer lo máximo para la gloria de
Dios y en beneficio de mis semejantes? Porque la vida es solamente
valiosa cuando se la usa para alcanzar esos fines.
Nuestro primer deber hacia Dios y nuestros semejantes es el
propio desarrollo. Cada facultad que el Creador nos ha confiado
debería ser cultivada hasta alcanzar el más alto grado de perfección,
para que seamos capaces de hacer la mayor cantidad de bien que
podamos. Por lo tanto, es tiempo bien empleado el que está dirigido
al establecimiento y preservación de una sólida salud física y mental.
No podemos permitirnos menguar o estropear una sola función de
la mente o el cuerpo por trabajo excesivo, o por abuso de cualquier
parte de la maquinaria viviente. Tan seguramente como hacemos
esto, sufriremos las consecuencias.
La intemperancia, en el verdadero sentido de la palabra, está en la
base de la mayor parte de las enfermedades de la vida, y anualmente
destruye decenas de millares. Porque la intemperancia no se limita al
uso de licores embriagantes; tiene un sentido más amplio, e incluye
la complacencia dañina de cualquier apetito o pasión.—
The Signs
of the Times, 17 de noviembre de 1890
.
Exceso en comer, beber, dormir y ver
—La excesiva indulgen-
cia en comer, beber, dormir, y ver, es pecado. La acción saludable-
mente armoniosa de todas las facultades del cuerpo y de la mente
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produce felicidad; y cuanto más elevadas y refinadas son las faculta-
des, tanto más pura y sin mezcla la felicidad.—
Testimonies for the
Church 4:417
.
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