Página 177 - La Temperancia (1976)

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Los adventistas del séptimo día son dirigentes espirituales
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esclavos del apetito y la concupiscencia, que están llenando la copa
de iniquidad de los que moran en la tierra.—
Joyas de los Testimonios
1:421
.
La visión espiritual menoscabada
—Estoy instruida para decir
a mis hermanos en el ministerio: Por la intemperancia en el comer
os estáis descalificando vosotros mismos para ver claramente la
diferencia entre el fuego sagrado y el común. Y por esta intemperan-
cia estáis revelando vuestro desprecio por las amonestaciones que
el Señor os ha dado. Su palabra a vosotros es: “¿Quién hay entre
vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda
en tinieblas y carece de luz, confíe en el Señor Jehová y apóyese en
su Dios. He aquí que vosotros encendéis fuego y estáis cercados de
centellas: Andad a la luz de vuestro fuego, y de las centellas que en-
cendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados”.
Isaías 50:10, 11
.—
Testimonies for the Church 7:258
.
Una ayuda para pensar con claridad
—No tenemos derecho
a recargar nuestras fuerzas físicas y mentales hasta el punto de
volvernos irritables y proferir palabras que deshonren a Dios. El
Señor desea que nos mantengamos siempre serenos y pacientes.
Hagan los demás lo que hagan, debemos representar a Cristo y obrar
como él obraría en circunstancias parecidas.
Una persona que ocupa un cargo de responsabilidad debe tomar
cada día decisiones cuyas consecuencias son importantes. A menudo
debe pensar rápidamente, y esto no lo pueden hacer con éxito sino los
que practican estricta templanza. El espíritu se fortalece cuando las
fuerzas mentales y físicas son tratadas correctamente. Si el esfuerzo
no es excesivo, adquiere con cada ejercicio nuevo vigor.—
Joyas de
los Testimonios 3:183
.
Calificaciones de los hombres elegidos para posiciones de
responsabilidad
—Significa mucho ser leal a Dios. El tiene derechos
sobre todos los que están empleados en su servicio. Desea que la
mente y el cuerpo sean preservados en la mejor condición de salud,
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que cada facultad y don estén bajo el dominio divino, y sean tan
vigorosos como puedan llegar a ser mediante cuidadosos y estrictos
hábitos de temperancia. Estamos bajo la obligación para con Dios de
hacer una consagración sin reservas de nosotros mismos, en cuerpo y
alma, con todas las facultades como dones suyos, para ser empleados
en su servicio. Todas nuestras energías y capacidades tienen que