Página 184 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
las bebidas alcohólicas y el tabaco, el cual es un lento, pero seguro y
mortal veneno que debilita el sistema nervioso y degrada las nobles
facultades de la mente. Si los hombres decidían permanecer mania-
tados por estos hábitos viles, las mujeres deberían haberlos dejado
disfrutar de su soltería para que gozaran de esas compañías de su
elección. Las mujeres no deberían haberse considerado a sí mis-
mas de tan poco valor como para unir su destino con hombres que
no tenían dominio sobre sus apetitos, sino cuya principal felicidad
consistía en comer y beber y en halagar sus pasiones animales.
Las mujeres no siempre han seguido los dictados de la razón,
sino de sus impulsos. En un alto grado, no han sentido las respon-
sabilidades que descansaban sobre ellas de no formar hogares que
estamparían sobre su descendencia un bajo nivel moral y una pasión
por satisfacer apetitos degradados a expensas de la salud y aun de
la vida. Dios las tendrá por responsables en gran medida por la
salud física y el carácter moral así transmitido a las generaciones
futuras.—
How to Live, 2:27, 28
.
El recién nacido
—La súplica del padre y la madre debiera ser
que “nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de
nacer”.
Jueces 13:8
. Hemos presentado al lector lo que Dios ha dicho
concerniente a la conducta de la madre antes del nacimiento de sus
hijos. Pero esto no es todo. El ángel Gabriel fue enviado de los atrios
celestiales para dar instrucción en cuanto al cuidado de los niños
después de su nacimiento, a fin de que los padres comprendiesen
plenamente su deber.
Más o menos en tiempo del primer advenimiento de Cristo, el
ángel Gabriel visitó a Zacarías con un mensaje similar al que había
sido dado a Manoa. Al anciano sacerdote se le dijo que su esposa
tendría un hijo, que se llamaría Juan. “Y—dijo el ángel—tendrás
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gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque
será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del
Espíritu Santo”.
Juan 1:15
. Este niño de la promesa habría de criarse
con los hábitos de temperancia más estrictos. Se le iba a confiar una
obra importante de reforma que consistiría en preparar el camino
para Cristo.
Existía entre el pueblo la intemperancia en todas sus formas.
El hábito de beber y comer con lujuria minaba la fuerza física, y
degradaba la moral en tal forma que los crímenes más repugnantes