Página 195 - La Temperancia (1976)

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Enseñando abnegación y autocontrol
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grado tan terrible; pero imputamos la causa principal a los padres
y las madres que han colocado sobre sus mesas los medios por los
cuales los apetitos de sus hijos son acostumbrados por estimulantes
excitantes. Ellos mismos han sembrado en sus hijos las semillas de
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intemperancia, y es culpa
suya
si sus hijos llegan a ser bebedores.—
The Health Reformer, mayo de 1877
.
Muchas veces el alimento es de tal índole que excita un deseo
por las bebidas alcohólicas. Se presentan delante de los niños platos
elaborados: alimentos condimentados, salsas sabrosas, tortas y pas-
teles. Estas comidas demasiado condimentadas irritan el estómago
y crean un deseo de estimulantes cada vez más fuertes. No sólo
se tienta al apetito con alimento inadecuado del cual se permite a
los niños que lo consuman en abundancia, sino que se los deja que
coman entre horas, y para cuando alcanzan los doce o catorce años
de edad son dispépticos confirmados.
Posiblemente habréis visto el grabado que representa el estóma-
go de un aficionado a las bebidas fuertes. Una condición similar se
produce bajo la influencia de las especias fuertes. Con el estómago
en una condición tal, hay un deseo vehemente de aplacar el apetito,
de algo más y más fuerte. El próximo paso será encontrar a los
hijos en la calle aprendiendo a fumar.—
Consejos sobre el Régimen
Alimenticio, 277
.
El camino a la intemperancia
—En su ignorancia o descuido,
los padres dan a sus hijos las primeras lecciones en la intemperan-
cia. En la mesa, cargada con condimentos dañinos, alimento muy
sazonado y chucherías condimentadas con especias, el niño adquiere
un gusto por lo que es perjudicial para él, lo cual tiende a irritar las
tiernas capas del estómago, enciende la sangre, y fortalece las pasio-
nes animales. El apetito pronto anhela alguna cosa más fuerte, y se
usa tabaco para complacer ese deseo vehemente. Esta indulgencia
solamente aumenta el ansia antinatural por estimulantes, se recurre
pronto a las bebidas alcohólicas, y la embriaguez viene después.
Este es el recorrido de la gran avenida a la intemperancia.—
The
Review and Herald, 6 de septiembre de 1877
.
Facultades morales paralizadas
—Mediante el canal del apeti-
to, se encienden las pasiones y las facultades morales se paralizan,
de suerte que la instrucción paternal en los principios de moralidad
y verdadera bondad recae en el oído sin afectar el corazón. Las más