Página 216 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
apetito, la forma en que es complacido, influye sobre el estómago y
excita las propensiones animales. ...
El estómago se enferma, entonces el apetito se hace mórbido y
continuamente está deseando algo que estimule, algo que satisfaga
por completo. Algunos adquieren el pernicioso hábito del té y del
café, y van todavía más lejos hasta el extremo de fumar, vicio que
obnubila el estómago y los lleva a desear con vehemencia algo más
fuerte que el tabaco. Entonces siguen aun más hasta hacer uso de
bebidas alcohólicas.—
Manuscrito 2, 1874
.
Primeros incidentes en la firma del voto
—La mañana del lu-
nes 2 de junio de 1879, mientras asistíamos a un congreso celebrado
en Nevada, Missouri, nos reunimos en la carpa para asistir a la
organización de una asociación de temperancia. Había una buena
representación de nuestra gente. Habló el pastor Butler, quien con-
fesó que no se había destacado en la reforma de la temperancia
tanto como debiera haberlo hecho. Afirmó que siempre había sido
un hombre estrictamente temperante por cuanto se había abstenido
del alcohol, el té y el café, pero que no había firmado el voto que
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se estaba haciendo circular entre nuestro pueblo. Pero ahora estaba
convencido que al no hacerlo estaba poniendo obstáculos a otros
que deberían firmarlo. Puso entonces su nombre bajo el del coronel
Hunter; mi esposo puso el suyo debajo del apellido del Hno. Butler,
yo escribí el mío a su lado, y siguió el del Hno. Farnsworth. Así se
dio un buen comienzo a la obra.
Mi esposo siguió hablando mientras se hacía circular el papel del
voto. Algunos vacilaban pensando que la plataforma era demasiado
amplia al incluir el té y el café; pero finalmente dieron sus nombres
comprometiéndose a la abstinencia total.
El Hno. Hunter, quien fue invitado entonces a hablar, respondió
dando un testimonio muy impresionante acerca de cómo la verdad
lo había encontrado y de lo que había hecho por él. Afirmó haber
tomado tanto licor como para hacer flotar un barco, y que ahora
deseaba aceptar toda la verdad, incluso la de la reforma. Había
renunciado al licor y al tabaco, y esa mañana había tomado su última
taza de café. Creía que los testimonios eran de Dios y deseaba ser
guiado por la voluntad de Dios expresada en ellos.