Página 226 - La Temperancia (1976)

Basic HTML Version

222
La Temperancia
quebrantarlas y correr a los caminos de la insensatez y la destrucción.
[188]
Con mano firme, bondadosa, considerada, mantened las riendas del
gobierno, guiando y controlando sus mentes y propósitos, pero en
forma tan gentil, prudente y amable que ellos vean que lo que os
interesa es su bienestar.—
The Review and Herald, 9 de diciembre
de 1884
.
Proporcionar vacaciones interesantes
—Hemos tratado dili-
gentemente que las vacaciones resulten tan interesantes como sea
posible para los jóvenes y los niños. ... Nuestro propósito ha sido
mantenerlos alejados de escenas de diversiones entre incrédulos. ...
Pienso que al paso que les prohibimos a nuestros hijos los pla-
ceres mundanos, que tienden a corromper y extraviar, debiéramos
proporcionarles recreación inocente, que los conduzca por senderos
agradables donde no existe peligro. Ningún hijo de Dios necesita te-
ner una experiencia triste o lúgubre. Las órdenes divinas, las divinas
promesas, muestran que es así. Los caminos de la sabiduría “son ca-
minos deleitosos, y todas sus veredas paz”. Los caminos del mundo
envanecen, y por su goce fugaz muchos sacrifican el compañerismo
del Cielo, con la paz, el amor y la felicidad que brinda. Pero lo que
han elegido como objeto de placer, pronto se transforma en algo que
amarga y no satisface.
Los atractivos de la vida cristiana
—Necesitamos hacer todo lo
que esté de nuestra parte para ganar almas mediante la presentación
de los atractivos de la vida cristiana. Nuestro Dios ama lo bello.
Podría haber revestido la tierra de castaño y gris, y los árboles de un
ropaje triste en lugar del vivo follaje verde; pero deseaba que sus
hijos fueran felices. Cada hoja, cada capullo y flor que se abren, son
una prueba de su tierno amor; y debiéramos proponernos manifestar
a otros este maravilloso amor expresado en sus obras creadas.
Dios desearía que todo hogar y toda iglesia ejercieran poder
de atracción para apartar a los niños de los placeres seductores
del mundo y de relacionarse con aquellos cuya influencia es de
tendencia corruptora. Estudiad para ganar a los jóvenes para Jesús.
Impresionad sus mentes con la misericordia y la bondad de Dios al
permitirles, pecadores como son, disfrutar de las ventajas, la gloria
y la honra de ser hijos e hijas del Altísimo. ¡Qué pensamiento más
extraordinario, qué condescendencia inaudita, qué asombroso amor,
[189]
que los hombres finitos puedan ser aliados del Omnipotente! “A