Página 225 - La Temperancia (1976)

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Diversión y sustitutos inofensivos
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tentación cuando el joven abandone el refugio del hogar y vaya al
mundo.—
Counsels on Health, 100
.
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Los hogares en el campo y el trabajo útil
—Una de las salva-
guardias más seguras para los jóvenes es la ocupación útil. Si se
los hubiera adiestrado en hábitos industriosos, de modo que todas
sus horas fuesen empleadas provechosamente, no tendrían tiempo
para lamentar su suerte o para ociosas ilusiones. Estarían menos
expuestos a contraer hábitos o relaciones viciosos. Que los jóvenes
aprendan desde la niñez que no hay excelencia sin trabajo arduo. ...
Todo joven debiera lograr el máximo de sus talentos, aprove-
chando hasta lo sumo las oportunidades presentes. Quien así lo haga
podrá alcanzar casi cualquier altura en logros morales e intelec-
tuales. Pero debe poseer un espíritu valiente y resuelto. Necesitará
cerrar los oídos a la voz del placer; deberá rechazar con frecuencia
las solicitaciones de jóvenes compañeros. Debe estar en guardia
continuamente, para no ser apartado de su propósito.
Muchos padres se trasladan de sus hogares en el campo a la ciu-
dad, considerando a ésta como un sitio más conveniente o ventajoso.
Pero al realizar este cambio exponen a sus hijos a muchas y grandes
tentaciones. Los muchachos no tienen empleo y aprenden en la es-
cuela de la calle, y avanzan paso a paso en la depravación, hasta que
pierden todo interés en cualquier cosa que sea buena, pura y santa.
Cuánto mejor hubiera sido que los padres permanecieran con sus
familias en el campo, donde las influencias son más favorables para
el fortalecimiento físico y mental. ...
Por la negligencia de los padres, los jóvenes de nuestras ciudades
están corrompiendo sus caminos y contaminando sus almas ante
Dios. Este será siempre el fruto de la pereza. Los hospicios, las
cárceles y las horcas hablan penosamente de los deberes descuidados
por los padres.—
The Review and Herald, 13 de septiembre de 1881
.
Remplazad con placeres inocentes las diversiones pecamino-
sas
—No se les puede pedir a los jóvenes que sean tan sosegados y
graves como los de más edad, ni a los niños que sean tan serios como
los ancianos. Al paso que las diversiones pecaminosas son condena-
das, como deben serlo, provean los padres, maestros y custodios de
la juventud placeres inocentes en su lugar, los que no contaminarán
ni corromperán las virtudes morales. No sometáis a los jóvenes a
reglas y restricciones rígidas que los llevarán a sentirse oprimidos y