Capítulo 1—El trabajo con otros
Manteneos hombro con hombro
—En otras iglesias hay cris-
tianos que se destacan en defensa de los principios de la templanza.
Debemos procurar acercarnos a estos obreros y preparar el terreno
para que nos acompañen. Debemos invitar a hombres grandes y
buenos a que secunden nuestros esfuerzos por salvar lo que se ha
perdido.—
Joyas de los Testimonios 2:398
.
Unámonos cuando podamos hacerlo
—Siempre que veáis una
oportunidad de uniros con la gente temperante, hacedlo.—
The Re-
view and Herald, 14 de febrero de 1888
.
Dondequiera que mi esposo, en sus tareas, tiene ocasión de
hacerlo, invita a los obreros de la causa de la temperancia a sus
reuniones y les da oportunidad de hablar. Y cuando se nos invita a
nosotros a concurrir a sus reuniones, siempre lo hacemos.—
Carta
274, 1907
.
Vinculaos sólo con los leales a Dios
—No hemos de ponernos
de parte de organizaciones de temperancia compuestas de toda clase
de hombres, con todo tipo de complacencias egoístas, y considerarlos
reformadores. Existe una más alta norma bajo la cual se ha de
agrupar nuestro pueblo. Como pueblo hemos de distinguir entre los
que son leales a la ley de Dios y los que no lo son.—
Carta 1, 1882
.
Una actitud razonable hacia otras organizaciones
—El asun-
to de la temperancia ha de ser respetado por todo cristiano genuino, y
debiera recibir especialmente la aprobación de todos los que profesan
ser reformadores. Pero habrá en la iglesia quienes no manifestarán
prudencia en el manejo de este asunto. Algunos mostrarán un evi-
dente desprecio por cualesquiera reformas que surjan en cualquier
otro pueblo que no sea el de su propia fe; en esto pecan de excesivo
exclusivismo.
[194]
Otros aceptarán ansiosamente toda novedad con pretensiones de
temperancia, supeditando todo otro interés a ese punto; se ignora
el carácter próspero, peculiar y santo de nuestra fe, se aceptan las
reuniones de temperancia y se forma una alianza entre el pueblo
230