Página 240 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
en sus ramos de temperancia. Sería bueno que en nuestros congresos
anuales, invitásemos a los miembros de dicha unión a tomar parte en
nuestros ejercicios. Esto les ayudaría a familiarizarse con las razones
de nuestra fe, y nos prepararía el camino para unirnos con ellos en
la obra de temperancia. Si lo hacemos, veremos que la cuestión de
la temperancia significa más de lo que muchos de entre nosotros
suponen.
En algunas cosas, las dirigentes de la Unión de Mujeres Cris-
tianas están más adelantadas que los que dirigen nuestra obra. El
Señor tiene en esa organización almas preciosas que pueden sernos
de gran ayuda en nuestros esfuerzos por favorecer el movimiento
de temperancia. La educación que nuestro pueblo ha recibido en
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la verdad bíblica y en el conocimiento de las exigencias de la ley
de Dios, habilitará a nuestras hermanas para impartir a estas nobles
defensoras de la temperancia algo que será para su bienestar espiri-
tual. Así se creará unión y simpatía donde en lo pasado existieron
a veces prejuicios y malentendidos. ... No podemos hacer una obra
mejor que la de unirnos, siempre que podamos hacerlo sin compro-
miso, con las obreras de la Unión de Mujeres Cristianas.—
Obreros
Evangélicos, 398, 399
.
Acerca de este asunto le escribí a una de nuestras hermanas en
1898:
“Estoy plenamente convencida de que el Señor la está guiando
para que Ud. pueda mantener claros y distintos los principios de
la temperancia en toda su pureza, en relación con la verdad para
estos últimos días. Los que quisieren hacer su voluntad conocerán
de la doctrina... El Señor no le ordena que se separe de la Unión de
Mujeres Cristianas. Necesitan toda la luz que usted pueda darles.
Haga brillar toda la luz posible en el camino de ellas. Concuerde con
ellas en el terreno de los principios elevados y puros que hicieron
posible la creación de la Unión de Mujeres Cristianas. El Señor le
ha dado a usted facultades y talentos que han de ser preservados
incorruptos en su sencillez. Por medio de Jesucristo usted puede
hacer una buena obra.—
The Review and Herald, 15 de octubre de
1914
.
Que ellas enseñen a nuestras mujeres cómo trabajar
Resultaría en mucho bien si algunas de las integrantes de la Unión
de Mujeres Cristianas fueran invitadas a nuestros congresos para